Ecos #2

Capítulo 18: No prometas cosas que no sabes

El sonido de las cámaras nos pone alerta y le miro esperando que me diga qué hacer, ¿echo a correr como una desquiciada o me quedo a su lado y afronto la situación?

¿Por qué no dice nada?

—¿Qué hacemos ahora?

—Decide tú, ¿estás preparada para que se sepa lo nuestro o quieres seguir manteniéndolo en secreto? Tú decides, haremos lo que quieras.

—Pues... Yo... No tengo miedo, y no me importa que se sepa, no me importaría fardar de novio...

Sonríe y besa mi mejilla.

—Ya vienen...

—¿Lista?

—Lista.

—Hablaré yo, tú relájate y no te separes de mí si ves mucha gente alrededor. Todo estará bien.—Besa mi frente.

Los periodistas se acercan y Pablo sonríe. Uno de ellos le pone un micrófono cerca.

Eso es algo que me encanta de él, que no es borde con los medios, aunque no esté de humor nunca le falta la sonrisa, y eso me hace sonreír a mí.

—Pablo, sabíamos que estabas aquí de promoción pero no que tenías compañía, ¿quién es ella?

—Es mi novia.

Sonrío.

—Menuda noticia, ¿desde hace cuánto?

—Desde este verano más o menos.

—Sabemos que este es un tema delicado pero tengo que preguntarlo... Es evidente que está embarazada, ¿es tuyo?

Me mira, preguntándome si quiero que se sepa.

Asiento y sonríe.

—Sí, vamos a ser padres.—Sonríe y aprieta mi mano, yo también sonrío.—No era la manera en la que había pensado anunciarlo, pero ya está hecho y es difícil de ocultar.

—Sentimos las molestias, pasad un buen día. Enhorabuena por el niño, estaremos pendientes.

—Muchas gracias. Tenemos que irnos ya pero seguramente nos veamos en la rueda de prensa de la presentación del disco.

Se van y Pablo me mira.

—Sé que no querías que se enterase todo el mundo de lo nuestro pero...

—No te preocupes por eso.—Me tranquiliza.—Estoy feliz, y nada puede arruinar eso.

—Te quiero, muchísimo.

—Yo también te quiero.

—Y nuestra hija Gala te va a querer mucho más.

—¿Te has decidido por Gala al final?

—Sí, significa "canción", y me encanta que su nombre signifique tanto. Pero si no te gusta...

—Me encanta.—Pone las manos en mis mejillas y acaricia mi pelo.

—Ya no queda nada... En dos meses y medio tendremos aquí a la pequeña...

—No puedo esperar... ¿Cómo crees que será?

Me da la mano y caminamos de vuelta al hotel.

—Pues... Tendrá los mofletes gorditos, los ojos marrones, el pelo castaño o rubio, dependiendo de a quien salga... Lo único que sé es que la querré más que a nada en este mundo. Aunque... Tengo que admitir que me da miedo.