Capítulo 21: Reconciliaciones y abrazos

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No tendría que haberle pasado esto. No se lo merece. Es mi mejor amigo, la persona que más me ha apoyado siempre, la que me ha defendido sin dudar cada vez que he estado en problemas, y no han sido pocas veces.

Él es el que me abrazaba y me besaba la frente cuando estaba triste. Él es el que se metió en una pelea con tres tíos sin importarle el hecho de que eran fuertes, por mí. Él es el que me prometió que jamás permitiría que nadie me hiciera daño, y que si lo intentaban lo pagarían caro.

Y yo no he podido evitar esto. No se merece ni un solo golpe de los que ha recibido. Es el único chico en mi vida que jamás me ha hecho llorar, y por mi culpa le han dado una paliza.

Es mi familia, es mi hermano mayor de otra madre. Recuerdo que me dijo que no somos hermanos porque una madre no podría con nosotros dos juntos. Me siento culpable, y solo quiero abrazarle y decirle que le quiero.

Juan se va a arrepentir de esto.

Carla y yo entramos en el hospital e intento correr lo más rápido que puedo sin caerme y Carla me sigue de cerca.

Preguntamos por Jorge y vamos a la habitación.

— Oh dios...—Me llevo las manos a la boca.

Jorge está hecho un desastre. Su cara está completamente demacrada, llena de cortes y moratones. Tiene el brazo derecho vendado y su cara expresa su dolor. Cada segundo que pasa me siento más culpable.

—Gracias, tú también estás muy guapa.—Dice sarcásticamente.

— ¿Estás bien?

— He estado mejor, pero estoy bien.— Acaricio su mejilla y le abrazo— Ay, que duele...— Me separo de él.

— Perdón, perdón.— Me disculpo.

— No pasa nada.— Sonríe.— No tenías por qué venir, estoy bien, no ha sido para tanto. Deberías estar descansando, no quiero que te pase nada por sobresaltarte. Ya has tenido un susto, no quiero que tengas otro.

— No soy yo la que importa ahora, sino tú, al fin y al cabo te has metido en esto por mi culpa, por defenderme.

— No. No ha sido tu culpa. Te defendí porque sé que tú habrías hecho lo mismo por mí, lo has hecho varias veces, y merecías vengarte, aunque fuera a través de mí. No me arrepiento de lo que ha pasado, mientras sepa que él ha sufrido más daño y que tú estás bien. Eso es lo único que importa

— Eres el mejor y te quiero muchísimo.

— Dime algo que no sepa... — Reímos.

— Prométeme al menos que no volverás a pelearte con él, por favor. No quiero que te pase nada.

— Está bien...

— ¿Qué tal vas Jorge? ¿Te encuentras mejor? —Mi doctor entra y cuando me ve se sorprende.—Hombre África, ¿qué haces aquí? No te he llamado para decirte lo de tu padre, ¿cómo has llegado tan rápido? Acabo de hablar con tu madre y tu hermano.

— ¿Qué? ¿Mi padre? ¿Qué le ha pasado?

— No te sobresaltes, por favor. Tu padre ha tenido... ha tenido un pequeño infarto.

— ¡¿QUE MI PADRE QUÉ?!

— Respira, por favor.

— ¡No puedo! ¿Dónde está mi padre?

— Está descansando en la habitación 112, está fuera de peligro pero tiene que descansar, al igual que tú. Si te pones muy nerviosa puede pasarte algo, tienes que evitar la tensión. Está bien, te lo prometo, no debes preocuparte.

Ecos #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora