Capítulo 28: Epílogo

736 55 20
                                    

Importante leer nota del final

Yo... Prometida y madre de una niña preciosa. ¿Quién podría haberlo imaginado hace poco más de un año? Yo no, eso seguro.

Recuerdo lo que pensaba del amor, matrimonio y paternidad antes de conocer a Pablo...

~Flashback~

—¿Piensas alguna vez en sentar la cabeza con alguien?—Me pregunta Alba mientras ojea una revista.

Ni de coña.

—¿Por qué?

—Son todos unos estúpidos. Quiero divertirme y pasarlo bien con los tíos, pero no me gusta repetir porque se toman confianzas.

—¿Y con Joaquín qué, eh? Con él has repetido y varias veces.

—Es mi jefe, es diferente. Así me aseguro de que no me despide.

—Claro, te abres de piernas para que él no te cierre las puertas...—Ríe y le lanzo un cojín a la cara.

—No te pases, guapa.

—¿Qué hay de Pedro, Manu o Damián? Parecen chicos buenos y majos, y son guapos.

—Pedro es un inmaduro que no sabe besar; Manu, aunque es bueno en la cama, se obsesiona mucho con las relaciones y quiere un compromiso; y Damián solo fue un chico de una noche, no sabe hablar de algo que no sean sus músculos o lo guapo y perfecto que es.

—Les buscas cada pega...

—Soy exigente. Ya te lo he dicho, no quiero salir con nadie. Eso solo trae complicaciones.

Pues a mi no me importaría encontrar a alguien...

Tú verás, yo no pienso enamorarme de nadie. No quiero sufrir por nadie. Solo quiero a los tíos para desfogarme, y punto.

~~~~~~~~

Tengo que admitir que nunca he sido tan feliz como ahora.

Hace un mes y medio que tuve a la niña y me encanta observar como crece.

La niña está durmiendo en su habitación y yo estoy haciendo la comida, Pablo ha salido hace un rato y volverá pronto. Es gracioso el hecho de que vivamos como una familia normal. Todo ha cambiado tanto...

—¿Cómo está mi preciosa prometida?—Noto unos besos en mi cuello y sonrío, separando la sartén del fuego.

Me giro y pongo mis brazos alrededor de su nuca.

—¿Sabes que ese nombre es bastante ñoño, verdad?

—Acabo de ser padre y de prometerme contigo, así que déjame ser ñoño...—Pone sus manos en mis caderas y sube mi camiseta lentamente, dejando a la vista mis piernas desnudas, ya que la camiseta (que es suya) y la ropa interior es lo único que llevo puesto.

Cierro los ojos cuando siento sus manos calientes rozar mi piel fría, y le aparto las manos.

—Ahora mismo no estás siendo ñoño...—Susurro

Voy hacia el salón pero Pablo pone sus brazos a mis costados, encerrándome.

—¿Y qué vas a hacer al respecto?

Ecos #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora