Capítulo 20: ¡Voy a ser abuela!

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Me duele todo.

Antes los síntomas del embarazo y el peso del bebé eran soportables, pero ahora, que estoy en los últimos tres meses de embarazo, creo que me muero.

Los tobillos se me han hinchado y no me vale casi ningún zapato, aunque tampoco importa porque no me puedo mover sin parecer un pingüino y no puedo levantarme sin ayuda, el bebé pesa mucho y me cuesta soportarlo.

Me duele la espalda, y lo único que quiero hacer durante el día es dormir.

Y Pablo se va a pasar a pan y agua lo que queda de embarazo, porque ya nos cuesta bastante besarnos por tener a este bichito en medio, más todavía va a costar lo otro.

Que se aguante y que me cuide, se lo compensaré cuando Gala salga de mi enorme barriga.

Y encima me veo enooorme. Mi antigua ropa parece burlarse de mi, porque ya no me valen ni los zapatos ni las camisetas, pantalones, faldas y todo lo demás que hay en mi armario.

Estoy viviendo una etapa preciosa.

—Buenos días...—Pablo me da un beso en la frente y se sienta a mi lado, poniéndome una manta por encima de los hombros.

—Quiero chocolate.—Le pido (o más bien ordeno) ignorando su saludo cariñoso.

No estoy para moñerías hoy, no quiero besitos, quiero comida. Voy a engordar de todas maneras, ¿no?

Al menos podré disfrutar el proceso.

—Estás de buen humor hoy por lo que veo...

—Chocolate. Ahora.

—¿Ni un besito de buenos días? ¿O un hola al menos?

—Hola, dame chocolate y te daré los besos que quieras.

—Está bien... Ahora vengo.

Pasan un par de minutos hasta que Pablo aparece de nuevo, con una tableta de chocolate con leche en la mano.

Mi preferido.

Alargo las manos y pone la tableta detrás de su espalda.

—¿Y mi beso?—Río.

Se agacha, le doy un beso y me da la tableta, que no va a tardar en desaparecer.

—Oye... Tengo que volver a Madrid y me quedaré un par de días, ¿te parece bien? Puedo cancelarlo...—Me mira con cautela esperando ver mi reacción.

Ni que le fuera a matar... Aunque entiendo que lo piense...

Sonrío y le acaricio el pelo.

—No, no te preocupes. Ve. Tienes que seguir con tus compromisos. Al fin y al cabo acabas de sacar un disco y tienes que hacer promoción. El disco es impresionante y lo merece. Estaré bien, no necesito guardaespaldas...—Digo riendo. Me mira con la ceja alzada y le lanzo una almohada—¡Oye! No necesito protección constante, no soy la hija del presidente.

—No quiero que si pasa algo me pille allí, como la última vez.

—Eso no se va a repetir, aunque quisiera casi no puedo moverme, así que no tienes que preocuparte porque me vaya a volver loca y hacer tonterías, no tengo energía para nada.

—Sé que estás cansada, que te pesa la barriga y que te duele la espalda, pero piensa que dentro de poco va a nacer y todo será perfecto.

—No sé si será perfecto, pero con ser feliz me vale.

—Puede que no seas la hija del presidente, pero eres la duela de mi corazón y no puedo permitirme que te pase algo...

Me dan ganas de tirarme encima de él y besarle como una loca.

Ecos #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora