Capítulo 26: Bienvenida, pequeña Gala

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Veo como la sangre abandona su rostro y pone cara de pánico.

—No puede ser... Aun te quedan dos semanas antes de salir de cuentas...

Ruedo los ojos y mis amigos me miran con la misma cara que tiene él.

¿En serio soy la única que está tranquila ahora? Yo soy la que debería estar histérica.

—Oh, díselo tú al bebé que intenta salir de mí en este instante. Dile que se ha adelantado y que espere un par de semanitas.

—Yo... Yo... ¿Iré a por el coche vale? Iré a casa y cogeré todo lo necesario para el hospital. Jorge, Alba, llevadla al hospital, os llamaré en cuanto llegue.

—Vamos África.—Pablo me da un beso y se marcha corriendo.—¡Voy a ser papá!

Sonrío.

—Vámonos.—Jorge coge mi mano y me arrastra hasta el coche. Nos hemos ido del bar sin pagar pero supongo que lo entenderán.

Alba está nerviosa y Jorge aun más, conduce demasiado rápido.

—Relájate Jorge, todavía queda para que me ponga de parto, no hay prisa. Ni siquiera he empezado con las contracc...—Un dolor me invade y dejo la frase a medio acabar.—Bueno, por si acaso no bajes la velocidad, pero intenta no matarme en el trayecto.

Me centro en respirar mientras ignoro los gritos histéricos de Jorge y los de Alba pidiéndole que se calme. Como siga así le voy a dar tal hostia que su cabeza va a dar vueltas.

Cuando llegamos al hospital mi querido doctor está en recepción y no hace falta que le diga nada para que sepa lo que pasa.

—Vaya vaya, ¿de parto?—Asiento—Bien, dadle una silla de ruedas y llevadla a la habitación 121, Susana tú controla cada cuanto tiempo le vienen las contracciones y la dilatación.

—Entendido doctor.

La enfermera me da una silla de ruedas, me siento en ella y me lleva a la habitación. Me tumbo en la camilla y siento otra contracción.

—Cada catorce minutos... Bien, te explicaré como va todo esto. Estás en la etapa de dilatación, y acabas de empezar por lo que veo, así que tardarás unas cuantas horas antes de que llegue el momento del parto. Vendré cada hora más o menos para controlar la dilatación y cuando sea el momento te avisaré. Ahora relájate, te queda mucho tiempo todavía para parir así que no estés nerviosa y descansa lo que puedas.

—Gracias.

Se marcha y Jorge se acerca a la camilla visiblemente cabreado.

¿A este qué coño le pasa?

—¡¿Qué?! ¿No vas a parir ya? ¡En todas las pelis la chica ya estaría con el niño en brazos! ¡Esto es una vergüenza, a ver ábrete de piernas que vea yo si ya puede salir la niña.

Alba se levanta y le golpea la cabeza con demasiada fuerza, y me alegro por ello. Sus berridos me están poniendo la cabeza como un bombo.

—¡No seas idiota! Ya has oído a la enfermera. He leído que esta fase podría durar días, así que si vas a estar tan gilipollas al menos tráeme un café de la máquina porque va a ser una noche larga, y avisa a sus padres, a Marcos y a Lolo. Largo.

—Pero...

—¡Largo he dicho!

Pone cara de perrito abandonado y se marcha. No puedo evitar reír. Alba tiene tanta mala hostia como yo.

—Gracias... Estaba a punto de matarle.

—Está nervioso, quiere que la niña nazca ya.

—Pues aún queda mucho...

Ecos #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora