El amor es una bellísima flor pero hay que tener el coraje de ir a recogerla al borde de un precipicio.
Sthendal
Al despertar , Taly comprobó con desilusión que estaba sana, muy sana. Nada podría impedir la reunión con Aidan y para recordárselo el profesor la llamó para confirmarle el horario y el lugar.
"Trabajo, es trabajo" se dijo a sí misma intentando convencerse, mientras se preparaba para ir.
Taly era muy puntual, pero en aquella ocasión se demoró más de lo debido, se aseguró de llegar tarde con la secreta esperanza de que le avisaran que la reunión se había cancelado o mejor aún que ella estaba fuera del proyecto, sin embargo nada de eso sucedió. Así que finalmente tuvo que ir después de que le enviaran un mensaje diciéndole que la esperaban en la oficina de Diakos.
Finalmente llegó al edificio, dónde estaba la empresa. La chica elevó la mirada con cierto desprecio por aquella ostentosa construcción de la modernidad, obviamente ella prefería los edificios con historia, y si era posible con gárgolas que lo adornaran ...tuvo la fugaz idea de una imagen de Aidan construida en piedra adornando la entrada de aquel lujoso lugar y se espantó. Últimamente su imaginación le estaba jugando muy malas pasadas, porque aquello que había imaginado distaba mucho de ser un monstruoso protector de catedrales sino que se asemejaba a una grácil estatua griega, plena de belleza y armonía.
Sacudió la cabeza para aclarársela, en un típico gesto de ella y se encaminó hacia la entrada.
Tenía que reconocer que el interior era muy agradable y muy elegante, se dirigió hacia el mostrador y le pidió a la recepcionista que la orientara. Minutos después se subió al elevador para ir a la oficina de Aidan, por primera vez Taly lamentó no fumar, estaba segura que si llevara un cigarrillo o un encendedor encima se las arreglaría para encender la alarma de incendios y poder escapar de allí.
Una vocecilla en su interior le dijo que algo le ocurría si tenía la necesidad de inventar medidas desesperadas para eludir una simple reunión, un hombre mejor dicho, pero Taly no tenía la mínima intención de escuchar a su conciencia, así que simplemente ignoró el pensamiento y siguió avanzando.
Una secretaria de mediana edad la guió hasta la oficina.
Al entrar, Taly se quedó sin respiración, estaba convencida que esos acontecimientos acabarían por dañar su cerebro, la mala oxigenación terminaría por disminuir su nivel intelectual.
No la había sorprendido que sus colegas ya estuviesen allí, ni que todos se dieran vuelta para mirarla, ni que Aidan la mirara con una sonrisa e hiciese un breve gesto para darle la bienvenida.
Lo que casi le provoca un infarto precoz fue que detrás del grupo que estaba reunido, en una de las paredes claras, estaba colgada la alfombra, enmarcada como si fuera una obra de arte.¡Era demasiado!
-Acércate Taly .-dijo el profesor y recién entonces ella recordó que podía moverse y logró avanzar unos pasos.
-Hola Talulha – saludó Aidan y ella pudo ver que el había descubierto el motivo de su asombro, de hecho la diversión asomaba en la mirada masculina.
-Hola ...-respondió ella y se les acercó.
-No te perdiste mucho, recién comenzamos – dijo Aidan con amabilidad.
-¿Qué rayos hace eso allí? – preguntó ella sin poder contenerse y sin un pizca de diplomacia y él elevó una ceja como para recordarle que no estaban solos.
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No creo en las novelas de amor
RomanceTalulha está convencida de que el amor no existe y puede justificar su posición de mil maneras diferentes, lo ha hecho toda la vida. Sus argumentos son muy convincentes, excepto para su romántica amiga Susana y para el hombre que acaba de aparecer e...