"Y después de todo, Marianne, después de lo fascinante que puede ser la idea de un amor único y permanente y de todo cuanto pueda ponderarse una felicidad que depende por completo de una persona en especial, las cosas no son así... no es adecuado... no es posible que lo sean"
Jane Austen
Taly acababa de terminar el informe de una pequeña vasija de terracota, cada informe de las piezas que compondrían la exposición era un trabajo digno de la académica que era, además del análisis de la pieza llevaba una reseña del país de origen y una serie de datos que le agregaban encanto y evitaban que se convirtiera sólo en otro objeto inanimado contenido en una vitrina. Con sus palabras Talulha les había dado vida.
Al tiempo que finalizaba el informe, había estado trabajando en un ensayo sobre las casas de subasta que vendían patrimonio cultural al mejor postor. Una publicación de arqueología ya había aceptado publicarle el artículo. La joven había utilizado una considerable cantidad de adjetivos calificativos para describir a aquellos mercenarios que tanto despreciaba, de hecho había estado muy inspirada por lo que estaba muy orgullosa de sí misma. Tan orgullosa que cuando la pantalla de su notebook parpadeó para luego volverse completamente negra, se preguntó si de verdad la soberbia sería un pecado que era castigado en forma exprés. Conectó y desconectó cables, apretó botones, se dijo a sí misma que no debía desesperarse, pero cuando nada dio resultado...mandó la lógica tan lejos como pudo.
No había hecho copia de seguridad de sus trabajos, de hecho ni siquiera estaba segura de haber guardado lo último, una vez que había finalizado de escribirlo. Podía hacer los informes nuevamente, pero el artículo era otro tema, había dejado fluir sus ideas y no podría reproducir la argumentación con exactitud, sin mencionar otros trabajos que había guardados allí.
Alguna vez había pensado en hacer un curso de computación, algo que le permitiera solucionar estos tipos de problemas, pero no lo había hecho y su conocimiento se limitaba a saber cómo usar la máquina, en ese momento despreciaba su ignorancia, para una mujer moderna aquel analfabetismo tecnológico era tan pesaroso como lo habría sido en otra época no saber escribir. Taly estaba pasando de la furia a sentirse una paria social, ¿cómo era posible que no supiera qué botón apretar para que todo funcionara nuevamente?. ¿Y si no volvía a funcionar?, claro que ella sabía que había cosas peores que una computadora estropeada, pero estaba muy cansada, se había quedado después de hora para terminar los informes, y aquellos días trabajando en la empresa habían alterado sus nervios. De hecho lo que la había alterado era Aidan, siempre tan amable , tan...tan él, que simplemente la ponía de mal humor.
Había realizado maniobras dignas de James Bond para no encontrárselo en aquellos días. No podía explicar por qué, pero ese hombre simplemente sacaba lo peor de ella. Encima tenía que aguantar los desvaríos románticos de Su cada vez que hablaban por teléfono y los de su madre, que al parecer había vuelto a enamorarse.
Tal vez la aceptaran en algún monasterio, uno donde la gente hiciera voto de silencio...la idea era tremendamente seductora. No como monja, claro estaba , pero sí para pasar un tiempo de descanso, alejada de amigas románticas, madres inmaduras, computadoras perversas y hombres guapos "¿Cómo se le había venido aquella última idea a la cabeza? ¿Y por qué venía acompañada de la imagen de Aidan?" La joven sacudió la cabeza, para despejarse, por lo visto estaba atravesando otra etapa de las de un usuario que acaba de perder su computadora, primero desconcierto, luego enojo, frustración, sensación de inutilidad, angustia...y ahora alucinaba. "¡Maldita computadora!"
Por lo visto estaba llegando a la etapa de la ira y pensaba tomarse el tiempo para disfrutarla. Así que hizo lo más recomendable para liberar el estrés, insultó a los gritos en cuantos idiomas conocía y con toda la creatividad que le fue posible.
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No creo en las novelas de amor
RomanceTalulha está convencida de que el amor no existe y puede justificar su posición de mil maneras diferentes, lo ha hecho toda la vida. Sus argumentos son muy convincentes, excepto para su romántica amiga Susana y para el hombre que acaba de aparecer e...