Capítulo 29

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"Mi amor por Linton es como el follaje en los bosques: el tiempo lo cambiará, sin duda como el invierno cambia los árboles. Mi amor por Heathcliff se asemeja a las eternas rocas, que ocultas se encuentran bajo nuestros pies; como un manantial de placer, impalpable pero necesario... Neli, Heathcliff yo soy "

Cumbres Borrascosas- Emily Brontë

Se quedaron un instante mirándose uno al otro, luego Taly lo invitó a pasar, después de todo estaba empapado y había traído a su amiga a casa. Era lo menos que podía hacer aunque fuera lo último que deseara.

-Pasa, te traeré una toalla – ofreció ella y Aidan asintió. Unos minutos después volvió con el toallón, él se secó el cabello pero aún así seguía con la ropa mojada. Talulha agitó la cabeza, aquello no era buena idea, no iba a funcionar, pero no podía echarlo a la calle en plena noche y en medio de una tormenta.

-¿Qué pasa? -preguntó al verla tan concentrada.

-Será mejor que te des una ducha caliente, y te quites la ropa mojada, mientras tanto prepararé un café, antes que te enfermes – dijo ella y él aceptó con cautela, sabía que estaba caminando sobre hielo delgado.

Ella le señaló el baño y él fue a ducharse, cuado salió Talulha tenía las tazas de café listas. Aidan llevaba puesta una bata roja de toalla que le pertenecía a ella y que le quedaba chica, la joven trató de no prestarle atención a eso, ni a todo lo que le provocaba aquel hombre.

-Tienes una hermosa casa...-comentó él y ella recordó una charla que habían tenido una vez, finalmente Aidan conocía su hogar.

-Gracias. ¿Y cómo encontraste a Susana?- preguntó intentando concentrarse.

-La encontré de camino hacia aquí, ella iba a la ciudad pero su camioneta se dañó y estaba varada. Así que hablamos un poco y la convencí de volver. Me alegra que se solucionara todo.

-¿Por qué venías hacia aquí?

-Porque me dijiste que me necesitabas...- le dijo mirándola intensamente y ella se sonrojó, hubiera querido negarlo, pero lo había dicho aunque no sabía que demonio cursi y rosa la había poseído en aquel instante, así había sido.

-Estaba desesperada...- dijo y bebió su café, que aún estaba demasiado caliente.

-Lo sé, sé que estabas preocupada y que no me hubieras llamado de otra forma, pero lo hiciste...

-¿Y por eso viniste? ¿Sólo porque dije que te necesitaba?

-Claro, si tú me necesitas yo estaré.- explicó simplemente y Taly sintió que tenía ganas de llorar. Allí estaba frente a alguien que había esperado no volver a ver nunca más y que sin embargo había hecho un largo viaje sólo por que ella lo necesitaba.

-¿Por qué? – preguntó y por la sonrisa de él se dio cuenta que había caído en una trampa.

-Porque te amo – dijo sencillamente y bebió café.

-Aidan...nada ha cambiado, no creo en el amor.

-Pero lo has visto hoy, has sido testigo de que existe, aquí en tu propia sala, dos personas demostraron que el amor existe. Tú misma lo dijiste, se aman – dijo él con calma.

Ella bajó la mirada, porque era verdad, aún con todo su cinismo a cuestas debía reconocer que Su y Russ se amaban, lo había sentido incluso como si algo flotara en el aire cuando ellos se reencontraron. Pero tal vez fuera sólo una excepción. No bastaba.

-Talulha...-la llamó él y Taly se notó cuanto había extrañado que aquella voz pronunciara su nombre, Aidan era el único que hacía que sonara bien. Lo había extrañado y él había hecho tanto por llegar a ella, y agradecía que estuviera allí. Merecía un poco de sinceridad.

No creo en las novelas de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora