Capítulo 26

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Yo me duermo a la orilla de una mujer: yo me duermo a la orilla de un abismo.

Eduardo Galeano

Talulha se había ido en la madrugada, apenas si había podido dormir un par de horas en su propia cama, se había levantado, tomado una ducha y hecho una taza grande de café para el desayuno.

Había hecho el amor con Aidan, ese era el único pensamiento que se repetía en su cabeza.

No había visto estrellas de colores, ni se había sentido sacudida por oleadas ni nada de las estúpidas descripciones de las novelas de amor, había sido mucho más que eso.

Había dejado de lado la lógica, en brazos de Aidan había olvidado todos sus argumentos porque simplemente había dejado de pensar. Parecía como si su mente se hubiera desconectado, para dar paso a algo más primitivo, más carnal e infinitamente más placentero.

Todo su ser se había vuelto un recipiente de sensaciones y nada más había importado, sólo dejarse llevar, sólo sentir y una plena confianza en el hombre que la acompañaba.

Por eso había escapado, no sabía cómo manejar el después de aquello.

Llamaron a la puerta y cuando fue a atender se encontró con un repartidor que le entregó un gran ramo de rosas rojas. Las aceptó y luego acercó su rostro para oler el perfume, era algo cursi, pero se sintió conmovida por el detalle. No llevaban tarjeta, pero sabía muy bien quien las había enviado. Buscó un jarrón para acomodarlas y volvieron a llamar a su puerta

-¡Aidan! – exclamó al verlo allí.

-Bueno, ya que aceptaste a mi heraldo- dijo señalando las flores que estaban detrás sobre la mesa – supuse que podrías aceptarme a mí...

-Pasa...- dijo ella y notó por su tono de voz que estaba enfadado.

-¡¿Puedo saber por qué te fuiste?!- le reclamó.

- Lo siento, no conozco las reglas, no sabía lo que se debe hacer en estos casos. No hay un manual sabes...

-Te diré lo que se espera en estos casos, que te despiertes a mi lado tal como esperaba y no que salgas corriendo como un ladrón.

-No fue mi intención, además no es tan grave.

-¡Cielos Talulha! El orgullo masculino es muy frágil...te escapas después de hacer el amor, ¿qué quieres que crea?

-¿En serio? – preguntó ella incrédula, era imposible que él se sintiera inseguro sobre lo que había sucedido.

-Sí, en serio. Además estaba preocupado por ti, fue tu primera vez y temía haberte hecho daño o...

-Aidan lo siento. No pensé que pudieras pensar tantas cosas, sólo, bueno, pensé que era lo normal...y como te dije no conozco el protocolo de la mañana siguiente. No es nada de lo que estás pensando, sólo creí que era hora de irme a casa. Estoy bien y la pasé muy bien anoche, quiero decir, pensé que lo sabías...

-¡¿Qué haré contigo?!

-Haces esa pregunta muy seguido.

-Sí Talulha, desde que te conozco. ¿En serio estás bien? – preguntó y ella se sintió arrepentida por preocuparlo.

-Sí, en serio- le contestó con una sonrisa y Aidan se le acercó.

-Te extrañé...quería verte esta mañana -susurró.

-¿Cuánto más voy a tener que disculparme?

-Si me besas, puedo pensarlo- la provocó él y ella lo besó, no pudo ni quiso resistirse. Entonces Aidan la abrazó y la besó apasionadamente, e inmediatamente deslizó sus manos debajo de la camiseta de Taly.

No creo en las novelas de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora