Capítulo 24

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Se habla sin cesar contra las pasiones. Se las considera la fuente de todo mal humano, pero se olvida que también lo son de todo placer.
Denis Diderot

Taly había estado muy ocupada preparando la exposición que se llevaría a cabo en la Universidad, así que apenas había estado en contacto con Aidan, se habían hablado por teléfono y nada más.

Al día siguiente sería la muestra y él estaba invitado ya que era parte de aquel proyecto. La joven miró las cajas de la ropa que había comprado en la lencería.

Lo que fuera que se había apoderado de ella aquel día se había esfumado, ahora sólo las contemplaba como si fuera algo de origen extraterrestre.

Volvió a concentrarse en su trabajo, quería que todo saliera perfecto, era una gran oportunidad para que la gente pudiera observar aquellos extraordinarios objetos y conocer sus historias. De niña se había sentido fascinada por las antigüedades de su tía abuela y poco a poco se había interesado en sus historias, así mientras los demás leían novelas, ella se había zambullido en libros de historias sobre las antiguas civilizaciones.

Así había empezado todo, ahora deseaba poder transmitir esa pasión a otros. Se sintió feliz al pensar que quizá con la muestra que estaba preparando tocaría a alguna persona como su tía abuela había hecho con ella.

Su trabajo, eso era lo verdaderamente importante y en lo que tenía que concentrarse.

Estaba en eso cuando llegó un mensaje a su celular, era Susana para desearle lo mejor y prometiendo que pronto vendría a ver la muestra. Talulha sonrió, era agradable sentir el apoyo de su mejor amiga. Al instante el celular volvió a sonar, pero esta vez era un mensaje de Aidan

"El mayor de los éxitos en la muestra, todo saldrá perfecto"

Esta vez la sonrisa se hizo más amplia.

Nunca había entendido muy bien por qué para algunas personas era indispensable estar acompañados, por qué necesitaban tener una relación como si ello pudiera mejorar sus vidas. Sin embargo ahora comprendía un poco, al menos se daba cuenta que los detalles contaban.

Eso era lo que otra persona proporcionaba, pequeños gestos, pequeños detalles como si fueran pinceladas de color y luz que completaban un cuadro.

Diakos estaba haciendo eso, lo recordaba en la noche saludándola desde mitad de cuadra, o los mensajes que indicaban que pensaba en ella y tenía en cuenta sus preocupaciones e intereses, eran cosas pequeñas, sin embargo eran totalmente contundentes. Aidan estaba allí, de alguna forma se había vuelto parte de su vida.

Finalmente llegó el día de la inauguración de la muestra en a universidad, el Profesor Lambert, Taly y todo el equipo que había trabajado en el proyecto estaban felices y ansiosos.

Aidan llegó temprano acompañado de algunos empleados de la empresa, se detuvo un rato a hablar con el profesor, y luego se apartó del grupo para acercarse a Taly.

-Felicitaciones, ha quedado muy bien – le dijo sonriendo.

-Gracias – dijo ella cortante porque no quería dejar translucir lo feliz que se sentía de verlo.

-Aunque debo decir que me has desilusionado un poco , Talulha.

-¿Desilusionado?- preguntó ella confusa.

-Sí, nunca llamaste para ofrecerte a comprarme un traje para que viniera al evento.-comentó risueño y la hizo reír al recordarle lo que había sucedido con el baile.

No creo en las novelas de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora