"Yo me he entregado a ti con más rapidez que a ningún hombre, te lo juro. ¿Por qué? Porque al verme escupir sangre me cogiste la mano, porque lloraste, porque eres la única criatura humana que se ha dignado compadecerme."
Alejandro Dumas-La dama de las camelias
Aidan la miró expectante, parecía totalmente perdida mientras leía el mensaje de texto, luego creyó oírla maldecir muy bajo y a continuación ella levantó la mirada hacia él, parpadeó un par de veces y finalmente habló como si apenas pudiera recordar como se hacía.
-Susana dice que tuvo una urgencia y no podrá venir – explicó como si ella supiera con claridad lo que sucedía allí. Lo único que alcanzaba a comprender era que estaba a punto de cenar a solas con Aidan y que su mejor amiga acababa de emboscarla y traicionarla.
-Oh, es una pena. Espero que no sea nada grave – dijo él y le corrió la silla para que se sentara, luego lo hizo él.
-No nada grave, sólo urgente –comentó sonriendo y muy dentro de sí pensó que no había lugar de la tierra en que su amiga pudiera esconder su trasero de Celestina psicótica, porque ella pensaba encontrarla.
-Tenía ganas de verla, me llamó para saludar porque estaba en la ciudad y luego me preguntó si estaba muy ocupado como para cenar con ustedes. Le dije que sería un placer, podría cumplir con invitarlas a comer, se lo debía a tu amiga y de paso podríamos saldar lo que teníamos pendiente. Estás en deuda conmigo Talulha – le dijo él mirándola entornando los ojos.
-Sí, claro, lamento no haber podido cumplir la otra vez.
-¿De verdad lo lamentas? – preguntó él y muy oportunamente llegó el mozo a tomar el pedido.
Taly tenía muy buena memoria, recordaba cuando habían comido en lo de Rita, bueno en realidad él había disfrutado la comida y ella se había negado a aceptar su invitación. También recordaba que había pensado que si se daba otra oportunidad se desquitaría, la "otra oportunidad" estaba frente a ella y en uno de los restaurantes más caros de la ciudad.
Con una sonrisa encantadora, tomó la carta y empezó a pedir. Diakos iba a invitarla por primera y última vez a cenar, ella iba a asegurarse de eso.
Aidan, la miró tratando de no delatarse, estaba totalmente divertido. Era obvio que ella no había esperado encontrarlo allí, no había alcanzado a disimular su sorpresa. Él tomó nota mental de enviarle un ramo de rosas a Susana, se lo merecía aunque más no fuera por ver a Talulha desconcertada. Y también era divertido verla ordenar como si pensara comer en orden alfabético todo lo que había en el restaurante.
Iba a ser un gran espectáculo.
Mantuvieron una charla liviana , mientras comían y a medida que le traían los platos que había pedido, Taly agradecía que los restaurantes caros se caracterizaran por servir pequeñas porciones. Ya había dado cuenta de un par de ensaladas, un medallón de lomo con crema de zanahorias, salmón al limón, costillas de cordero a las finas hierbas, ahora le tocaban las pastas – había ordenado tres clases diferentes- y luego los postres.
Aidan había ordenado ensalada y pollo a la marsala, alimentos que comía con una lentitud exasperante.
Entre bocado y bocado, mantenían una charla liviana sobre temas más livianos aún, lo que no significaba que fuera algo aburrido. Taly había descubierto, con un sentimiento parecido al horror, que era muy agradable charlar con aquel hombre, probablemente si no estuviera dispuesta a demostrarle que era un pichón de Godzilla con hambre, hubiera disfrutado la conversación.
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No creo en las novelas de amor
RomanceTalulha está convencida de que el amor no existe y puede justificar su posición de mil maneras diferentes, lo ha hecho toda la vida. Sus argumentos son muy convincentes, excepto para su romántica amiga Susana y para el hombre que acaba de aparecer e...