"El de la locura y el de la cordura son dos países limítrofes, de fronteras tan imperceptibles, que nunca puedes saber con seguridad si te encuentras en el territorio de la una o en el territorio de la otra. "
Arturo Graf
Pasaron tres días de mi primer encuentro cercano con Tomás y cuatro días donde se habían cumplido mis dos años acá. Era deprimente. Las palabras que le dije a Tomás habían salido de mi boca sin permiso. Después de haberlas dicho, él me miro entre sorprendido y curioso, mucho más que antes. Aunque estoy segura que Sara también le contó que no me acercó a la gente por miedo. Cuando él quiso hablar de eso, le dije que se fuera y que si no lo hacía, iba a gritar y les iba a decir que quiso hacerme algo. Claro que a mí no me iban a creer porque ya estaba tachada como la loca que alucina cosas pero su cara de miedo lo creyó y si fue sin antes decirme un adiós, un adiós que era más como "un pronto volveremos a vernos", y esperaba que no fuera así, no fue mi mejor movimiento amenazarlo de ese modo pero debería haber sido una advertencia que él debía escuchar y darse cuenta que se debía mantener alejado de mi.
Era otro de tantos días mirando por la ventana. Mi mirada estaba posada en los mellizos que parecían reírse de una broma que había dicho Tomás. Una parte de mí, quería ir corriendo hacia ahí y juntarme a sus risas. Otra, seguía dominada por el trauma y solo quería quedarme encerrada en estas cuatro paredes donde estaba todo blanco. Excepto yo, claro, que si alguien entrara me verían resaltar de esta habitación ya que tenía mi suéter rosa junto a unos jeans azules. Suspiré odiándome a mí misma por lo que me convertí, en una solitaria adolescente sin esperanzas de un buen futuro. Crucé mis brazos sobre el borde de mi ventana y recosté mi cabeza en ellas, mis ojos se cerraron por unos segundos. Otra vez no había dormido, pero esta vez no hubo imágenes horribles o gritos. No, esta vez solo pensaba en unos ojos verdes, un pelo rubio y una campera azul. Eso me había hecho desvelar. Primera vez en casi tres años que estaba tranquila, sin nadada que me atormentara y no dormía, solo porque mi cabeza me jugaba una mala pasada con el nuevo residente. Ni siquiera sabía porque pienso tanto en él.
—Esto es raro. –susurré.
—¿Qué es lo raro? —lo miré ladeando mi cabeza.
—Te tengo cerca y no tengo miedo.
Esa parte de la conversación se me había quedado grabada. No le tenía miedo. Ni incluso cuando sin querer en el pasillo nuestros brazos se rozaron y nuestras miradas cruzaron. Él me sonrió y yo, solo me sonrojé. Bajé mi cabeza, no por miedo... por vergüenza. La verdad me asustaba todo de él. Su cercanía, su seguridad, sus ojos, la manera en que sin hacer nada se estaba metiendo de a poco en mi cabeza y parecía no querer salir de ahí. O tal vez él no me asustaba, me asustaba el hecho de que por primera vez en mi vida no sentía miedo hacia alguien del sexo masculino. Reí interiormente haciendo que una sonrisa por fuera se mostrara. En estos momentos donde trato de pensar con lógica, la cordura vuelve a mí haciéndome sentir que no estoy loca, osa que es graciosa porque a pesar de eso, sigo acá tachada como la reina de las locas.
—Mia.
—La puta madre. —salté de mi cama posando mi mano en mi pecho y giré bruscamente para ver quién era el que me había pegado alto susto. Ahí estaban, esos malditos ojos verdes que tanto me estaban gustando. Negué levemente tratando de estabilizar los latidos de mi corazón y mi respiración. —¿Qué haces acá? Nadie te enseñó a no entrar en habitaciones sin antes tocar, menos cuando la persona esta distraída.— él me miraba divertido pero noté un rastro de sorpresa en su mirada. Obvio, la loca y rara que no se habla con nadie había puteado y dicho una frase sin temblar o en tono bajo. Yo también estaba sorprendida de mi actitud, en situaciones así siempre solía mirar con timidez y miedo pero no, estoy acá puteando a un chico que apenas conozco, tenía la teoría de que era más por el susto que otra cosa.
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Amándote en medio de la Locura [✔]
RomanceAlguna vez en nuestras vidas, nos pasa algo que nos marca para siempre. Mia, a sus 15 años fue llevada a un Psiquiátrico. ¿La razón? Su madre no le cree que su nuevo esposo le hizo algo mas que daño y que todos son inventos de ella, aluc...