7: Visita Morada.

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"Podemos imaginarlo todo, predecirlo todo, salvo hasta dónde podemos hundirnos."

Emil Cioran


—Sara nos va a matar. —susurre al ver el desastre que habíamos hecho. No solo nosotros estábamos llenos de tierra, sino que casi todo el piso del invernadero lo estaba.


—Vamos a estar bien, acordate donde estamos. Todo esto pudo haber sido causado por la locura. —guiñó un ojo, usualmente eso no parecería gracioso, pero dándose la situación, él logró hacerme reír.


—Sos un...


—¡¿Qué mierda pasó acá?! —interrumpió una voz femenina que yo bien conocía. Más que asustarme, me sorprendí porque nunca había escuchado a Sara insultar. —Tomás, Mia. Vengan.


—Con que íbamos a estar bien. –dije mirándolo divertida, creo que mi instinto de supervivencia quería aligerar el ambiente, ya que nunca ella había usado ese tono, conmigo al menos no.


—Cállate. —me dijo mirándome mal, haciéndome reír levemente.


—Ay Dios, ¿Cuántos años tienen? ¿5? Están llenos de tierra. —su tono de voz sonaba a reproche pero su cara se mostraba divertida, eso hizo que con Tomás nos miráramos confundidos. —Se ve que la pasaron bien, pero Mia tenes que ir a bañarte y cambiarte. —hizo una pausa, su rostro ahora estaba seria ahora. —Hoy tenes visitas.


—¿Visitas? ¿De quién? Nadie me viene a ver desde hace tiempo, y además ¿Quién vendría a... —la forma en la que me miró, apenada, hizo que lo entendiera todo. Era ella. Ella me venía a ver, pero ¿por qué? —No quiero ir. —dije, casi con un tono aniñado.


—Tranquila, todo va a estar bien. Los dejó un ratito más y después te llevo, voy a esta afuera. —asentí, sin ánimos.


Sin nada más que decir, salió. Yo me quedé estancada en mi lugar procesando la información. Dios, esto no puedo estar pasando, no cuando todo estaba yendo bien. Mierda, mierda, mierda. No quiero verla. La odio.


—Mia, cálmate. Mia. —sentí que las manos de Tomás me tomaban por los codos, ni siquiera había notado que había empezado a apretar mis brazos con fuerza hasta que él había hecho esa acció. Me giró hacia él y sus ojos verdes se clavaron en los míos, de repente las ganas de abrazarlo crecieron en mí, lo necesitaba y eso me era extraño. Me estaba volviendo dependiente a algo que no comprendía. —Mia, mírame y no cierres los ojos. Respira hondo, seguime a mí. Inhala, exhala. Inhala, exhala. Así muy bien. —cuando mi respiración se normalizó, hice que me soltara para luego abrazarlo fuertemente escondiéndome en su pecho. Sus brazos me rodearon sin dudarlo mientras apoyaba su cabeza sobre la mía. Sentía como una de sus manos acariciaba mi espalda, haciéndome sentir mejor. Definitivamente estar en los brazos de él era mi lugar favorito desde ahora. —¿Mejor? –—asentí sin moverme de su pecho, luego sentí como su mano subía y comenzaba a acariciar mi pelo. Eso se sentía relajante. —Tenes que dejarme de dar esos sustos.


—No puedo hacer promesas que sé que no voy a cumplir. . —murmuré. —Ahora, em, me tengo que ir. —hice una mueca, separándome de él a regañadientes. —Gracias por esta tarde, la pasé muy bien.

Amándote en medio de la Locura [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora