17: Miedos Negros.

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 "El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor."

Aldous Huxley



Empecé a moverme incómoda en mi lugar, sabía que estaba por despertar pero una parte de mi quería seguir durmiendo. Lo intenté pero me fue imposible, mis ojos ya estaban abiertos mirando hacia el techo. Suspiré moviéndome, sintiendo un fuerte agarre en mi cintura, giré y quedé frente a Tomás, su cara quedando demasiado cerca de la mía, estaba de costado al igual que yo durmiendo tranquilamente, su pelo estaba despeinado y me vi tentada a pasar mis dedos en el pero me resistí. Puse una mano en su pecho, el que ahora notaba que estaba sin remera, y me alejé un poco de él, con cuidado, tomé uno de sus brazos haciendo que me soltara mientras me sentaba en la cama y me desperecé a la par que un bostezo salía de mi boca. Busqué con la mirada algún reloj y justo había uno en la pared. Siete y media, según escuché Sara venía a buscarme a las ocho. Podía despertar a Tomás pero eso se sentía algo cruel cuando lo vi durmiendo tan pacíficamente.


Me levanté y empecé a curiosear por el cuarto, cosa que ayer no hice. Esta vez presté más atención en las fotos que estaban en la mesita de luz. Una era de toda su familia, había un hombre abrazado a una mujer quien sostenía una nena alzada de no más de dos años mientras agachados estaban Tomás y otro chico que supuse era Pablo. El ojiverde tenía razón, eran muy parecidos exceptuando el color de ojos, que a diferencia del chico que dormía a unos pasos de mí, eran de un color miel igual que de los del padre. Si, Tomás había sacado los ojos de su mamá. Viendo a los dos chicos me di cuenta que eran un calco de su padre, mientras la pequeña era el de su madre aunque no pude ver el color de sus ojos. Lo que si pude ver es que eran una familia feliz o eso demostraban porque sacando cuentas, en ese tiempo Tomás estaba metido en el mundo de las drogas y otra vez mi mirada cayó en el Tomás de la foto, su sonrisa era forzada e hice una mueca al notar eso. Me dieron ganas de meterme en la foto y tratar de que pusiera una de esas tantas sonrisas que siempre me dedicaba, tenía ganas de hacerlo feliz y ayudarlo a estar bien.


No pude mirar las demás fotos porque Tomás empezó a hacer ruidos, supuse que estaba por despertarse, así que me acerqué a la cama y arrodillé en el piso. Justo cuando iba a acariciar su pelo, mi sonrisa desapareció al escuchar que estaba hablando dormido.


—Pablo, Pablo, ándate. ¡Deja de hablar! —se empezó a mover, dando vueltas en la cama. —¡Pablo! —de repente se sentó en la cama a la par que yo me alejé con una mano en el pecho. Ese grito me había asustado como la mierda. Volviendo a sus cinco sentidos, su cabeza se movió como buscando algo y paró en mi cuando me vio. Otra vez su cara estaba mojada de lágrimas. Esa escena, de él tan roto, me partió el alma. —Mia. —susurró, mi nombre había salido casi como una súplica.


—Acá estoy. —dije acercándome. No llegué a sentarme que ya sus brazos me estaban rodeando mientras lloraba con más fuerzas, lo abracé acariciando su espalda mientras daba un beso en su cabeza. —Sh, tranquilo, ya paso. Solo fue una pesadilla. Todo va a estar bien. —su cuerpo temblaba por el llanto pero también creía que por el miedo. Tomás era un chico asustado por lo que había vivido y visto, temiendo por lo que se había convertido y había dejado pasar. Nuestros miedos se hacen más presentes mientras dormimos o cerramos los ojos, y yo sabía eso de antemano. Otra cosa en común, el miedo era nuestro peor enemigo.

Amándote en medio de la Locura [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora