26: Mente Chocolate.

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"Traumas de la infancia, al fin y al cabo es lo que somos cada uno de nosotros, traumas de la infancia."

Albert Espinosa

Desperté antes que Tomás. Quise moverme pero me fue imposible cuando mi compañero de cama había hecho una especie de cárcel con sus brazos. Literalmente estaba encerrada por ellos. Giré un poco para poder mirarlo, corrí un mechón de pelo que caía sobre sus ojos. Necesita un corte de pelo. Sonreí mirándolo dormir tan tranquilo, que triste que tenía despertarlo para ser libre. Comencé a besar toda su cara, excepto sus labios.

—Amor, despertate. —dije con voz cantarina.

—5 minutos más. —giré mirando el reloj de pared que él puso.

—Ya es mediodía, Tomás. Deci que Sara es la que se encarga de mi o estamos al horno. —se movió, por fin soltándome y abrió apenas sus ojos mirándome. Me dedicó una sonrisa adormilada que correspondí.— Buenas... tardes, futura esposa. Mi sonrisa se amplió.

—Buenas tardes, futuro esposo. —me incliné y besé sus labios.

—Te queda perfecta mi camisa. Creo que te voy a dar mas de mi ropa para que uses para dormir.

—¿Y así me das una vista de tu torso desnudo todos los días? No, gracias. —rió levemente sentándome en la cama, apoyando mi espalda en la cabecera.

—¿Te molesta? —frunce el ceño. —Me hubieras avisado.

—No es que me molesté, es... ¿incómodo? —alzó una de sus cejas.

—Mia, nos vamos a casar. Desde ya tenes que saber que me gusta dormir sin remera, acostúmbrate.

—Me di cuenta y voy a tratar. —suspiré mirando al frente.—Dios, nos vamos a casar. —susurré dándome cuenta por fin de los hechos.

—Lo sé, suena raro pero genial a la vez. —se acomodó a mi lado tomando una de mis manos. Lo miré pensativa.

—Tenemos que pensar y organizar muchas cosas. El lugar, no queda otro que el patio de acá.

—Me gustaría que el altar sea en tu lugar.

—Nuestro lugar. Ya es más nuestro que solo mío. —le sonreí tiernamente o eso traté. A lo que él me devuelve un mostrando todos sus dientes. —Hay que decidir fecha.

—Tenemos tiempo, Mia. Primero disfrutemos unos días de ser prometidos.—me sonrió ampliamente y se acercó a mi. Cerré mis ojos esperando que sus labios tomen posesión de los míos y así lo hizo.

El beso comenzó lento, sin apuro como queriendo explorar lugares nunca antes encontrados. Sus manos se posaron en mi cintura, acercándome más a él. Dejándome llevar, me senté a horcajadas sobre sus piernas como aquella vez nuestro lugar. La temperatura subió a la par que el beso se volvió más intenso. Mis manos pasaron de estar en su nuca a estar sobre su pecho, podía sentir como los latidos de su corazón comenzaron a ser más seguidos y rápidos. Me preguntaba si los míos estaban igual. Sentía como sus manos bajaban de mi cintura, posándose en mis muslos. A pesar de que estaba concentrada en el beso, era muy consciente de las caricias que empezó a dar sobre ellos, subiendo de a poco la camisa. Estábamos yendo mucho más lejos de lo normal y ni siquiera nos estábamos dando cuenta de ello, sólo nos seguíamos llevando por el momento. La cosa no se quedaba ahí, de repente ya no estaba sentada y ahora estoy acostada. Mi espalda chocó contra la suavidad del colchón mientras no nos dejabamos de besar. Sus manos empezaron a sentirse por todos los lados de mi cuerpo y creía que los míos también recorrían el suyo. En algún momento, su lengua entró en mi boca haciendo contacto con la mía logrando una explosión de placer. La necesidades de sentirlo cerca se hicieron presente y no tardé en tenerlo a nada de mi, cuando aplicando un poco de fuerza, lo abracé pegando su cuerpo al mío. Sus labios dejaron los míos pero eso no nos sacaba de la burbuja que creamos. Sentí como sus labios bajaban de mi mejilla izquierda hasta mi cuello. Y es ahí cuando me quedé estática.

Amándote en medio de la Locura [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora