12: Charla Lila.

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 "Es difícil pedirle a un ser humano que se libre de sus miedos. Los miedos cumplen en la psicología humana un papel que no es menos importante que todos los otros estados emocionales. Una psique privada de miedos sería una psique lisiada."

Andrzej Sapkowski



Si mi boca seguía abierta de la sorpresa, de seguro una familia de moscas se iba a instalar en ella. Desde que Sara tiró esa bomba, estaba sentada en mi cama, mirándola sin poder creerlo. ¡Todo este tiempo ella había sido mi psicóloga! ¿Cómo no lo noté antes? Ah, cierto, estaba muy metida en ser una chica asustada del mundo.


—¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¡¿Qué mierda?! —me paré abruptamente y ella ni se inmutó.


—Mmh, estas confundida y necesitas respuestas. —la miré mal, ahora me estaba analizando libremente y eso me molestaba aún más. Ella levantó sus manos en son de paz, cuando le di una mirada nada amigable.


—¿Por qué nunca me lo dijiste? —de algún modo, me sentía como dolida y creo que era comprensible, eran más de dos años ocultándome esa información y mi cabeza empezaba a divagar en pensamientos feos.


—Porque necesitabas estar cómoda para eso. Te fui conociendo Mia y supe que tenía que esperar a que vos tomarás la iniciativa. Hubiera sido peor si te lo decía en el estado que venías teniendo.


—O sea, loca. —ella negó rápidamente.


—No, Mia. Nunca estuviste loca, vos te convencías de eso nomas. Es un trauma que fue creciendo a mayor grado. ¿Me explico? —hice una mueca y asentí. —Hagamos esto, te dejo sola un rato para que asimiles las cosas y cuando estés lista, me avisas.


—Está bien, pero antes una pregunta.


—Decime.


—¿Me tratabas bien por tu trabajo o...


—Mia desde el primer día que vi a esa dulce niña, siempre te traté como si fueras mi propia hija. No pienses otra cosa porque vos y tu bienestar va más allá de lo profesional para mí. —besó mi frente y se alejó hacia la puerta. —Te quiero, mi niña.


—Yo también, Sara. —sonreí sinceramente aunque la molestia seguía en mí.



Creía que hace como unas dos o tres horas que estaba en mi habitación mirando hacia un punto fijo de la pared. Mi cabeza había asimilado y aceptado que Sara sea mi psicóloga, es mas ahora me sentía feliz de que sea ella porque se me iba a hacer más fácil hablar. ¿Y por qué seguía tan pendiente de la aburrida pared? Simple, caí en la cuenta que iba a hablar de lo que hizo que Susana me metiera acá y eso me había hecho petrificar. Sabía que Sara sabía pero no sabía quién había sido, es más que hasta lo había dejado entrar.

Era algo que tenía que hacer, era el momento, tenía que desahogarme de una vez.


Me paré decidida y salí del cuarto fijándome que ninguna enfermera/o me viera. Si Sara era psicóloga y dormía acá, debería haber algún cuarto con su nombre. Así empecé mi búsqueda donde descubrí que el psiquiátrico era más grande de lo que creía. Pasé por varias puertas, algunas abiertas donde podía ver al residente y otras cerradas, uno me dio miedo ya que se escuchaba una chica gritando, como si la estuvieran matando. Horrible comparación pero así de feo se sentía. Pasé unos cuartos más hasta que lo encontré, una puerta blanca con una placa que decía

Amándote en medio de la Locura [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora