Over and Over

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·LÍA·

-"Abriste una ventana despertando una ilusión

Cegando por completo mi razón

Mantuve la esperanza conociendo tu interior

Sintiendo tan ajeno tu calor

Probé de la manzana por amor ..."

Abrí los ojos tímidamente y alcé la mirada para ver a los demás. Me incomodaba que todo el mundo me observase. Sus miradas se clavaban en mí como alfileres. Entonces miré a Kenneth, que me observaba sonriendo. Me encantaba cómo iba vestido. Llevaba unos vaqueros negros tipo rockero rasgados, una camiseta negra lisa y una camisa a cuadros roja y negra sin abrochar. Sencillamente perfecto.

-"...Quiero ya no amarte y enterrar este dolor
Quiero que mi corazón te olvide
No ser como tú, quiero ser yo la fuerte
Solo te he pedido a cambio tu sinceridad
Quiero que el amor al fin conteste
¿Por qué siempre soy yo la de la mala suerte?..."

La sonrisa de Kenneth se desvaneció.

"...Vienes, me acaricias y te marchas con el sol
Me duele solo ser tu diversión, no
Dices que me amas, que no hay nadie como yo
Que soy la dueña de tu corazón
Pero alguien más está en tu habitación

Quiero ya no amarte y enterrar este dolor
Quiero que mi corazón te olvide
Quiero ser como tú, quiero ser yo la fuerte
Solo te he pedido a cambio tu sinceridad
Quiero que el amor al fin conteste
¿Por qué siempre soy yo la de la mala suerte?

No, no pasa nada si el amor no es perfecto
Siempre y cuando sea honesto
Y no, ya para qué pedir perdón, no es correcto
No puedo compartir lo que no se me dio
No soy la dueña de tu corazón
Yo soy quien sobra en esta habitación, no

Quiero ya no amarte y enterrar este dolor
Quiero que mi corazón te olvide

Quiero ser como tú, quiero ser yo la fuerte

Solo te he pedido a cambio tu sinceridad

Quiero que el amor por fin conteste ¿Por qué siempre soy yo la de la mala suerte?"

Cuando terminé todos se quedaron en silencio hasta que Drake empezó a aplaudir enérgicamente. Los demás lo siguieron y me sonrieron.

- ¡Lía, do you wanna marry me?! -me gritó Drake. Se levantó y me cogió en brazos como en las películas. Yo no paraba de reír. Drake estaba loco. Me llevó hasta el sofá con los demás y me sentó encima de él. -Oye, si te molestan las tonterías que hago, dímelo. No quiero que pienses...

- Tranquilo, eres muy gracioso. No me molestan en absoluto.

Me dirigió una enorme sonrisa. Todos nos reíamos. O casi todos. Kenneth se levantó y se fue a la cocina.

- Creo que no te han presentado a esta gente loca de aquí, ¿verdad? -me dijo Drake señalando a los cuatro chicos y chicas que no conocía.

- ¿Perdona? Habló aquí el más loco y tonto del barrio -dijo indignada una chica morena de pelo liso y ojos verdes. -Tú eres Lía por lo que ha gritado este animal. Yo soy Eve.

- Encantada -sonreí.

- Oye... que no soy un animal... -dijo triste Drake aunque Eve lo ignoró.

- Yo soy Andrea -dijo la chica rubia que estaba junto a ella. -Y estos dos son David y Raúl -dijo señalando a los dos chicos.

- ¿Cuál es David y cuál es Raúl? -dije confusa. Debían ser gemelos porque era casi imposible diferenciarlos.

- Yo soy David -dijo el chico que llevaba una sudadera azul marino. - Y este es Raúl -dijo señalando con la cabeza al chico que estaba junto a él. Raúl llevaba una camisa negra así que era fácil distinguirlos por la vestimenta.

- ¡¿Kenny, por qué tardas?! -gritó Drake sin moverse del sillón.

No hubo respuesta.

- Estará preparando las bebidas. Voy a ver si necesita ayuda -dije levantándome.

Fui a la cocina y allí estaba él echando refrescos y hielo en los vasos.

- ¿Necesitas ayuda?

- No -dijo seco.

Igualmente me acerqué y me puse a servir hielo en los vasos vacíos.

- He dicho que no -dijo sin mirarme.

Dejé el hielo.

- ¿Ocurre algo?

No respondió.

- He dicho que si te ocurre algo -dije entonces cortante también.

- Ocurren muchas cosas, Lía. Pero no te das cuenta.

- Sí, es que soy cortita. ¿Podrías explicármelas, por favor? ¿O voy a tener que aguantar tu mal humor también en tu cumpleaños?

- Lo siento, si tu no tienes la culpa... -sonrió mirándome a los ojos. Nos quedamos así, en silencio, unos segundos que me parecieron eternos. Lo peor era que no podía apartar la mirada. Me tenía atrapada, hechizada. Entonces alzó su mano hacia mi mejilla y la acarició hasta que...

- ¡Ay!

- ¡Perdón! ¿Te he hecho daño?

- No, no... tranquilo -dije cubriéndome la mejilla con el pelo.

- Tienes la mejilla un poco hinchada. ¿Qué te ha pasado?

- Nada, solo es un golpe tonto.

- ¿Un golpe tonto? ¿En la cara?

- No es nada...

- Déjame ver.

- Que no es nada -dije apartándome.

- Déjame verlo -forcejeé con él hasta que agarró mis muñecas, impidiendo que me moviera. El pelo se me había movido en el forcejeo. - Eso no es un golpe tonto.

No contesté.

- ¿Quién ha sido?

- No ha sido nadie, fui yo sola.

- Lía, no me mientas. Te conozco bien y sé cuando mientes.

- ¿Por qué piensas que es mentira?

- Porque ni siquiera me miras a los ojos, me rehuyes la mirada.

Le miré a los ojos. Entonces se acercó más a mí y me besó.

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