Capítulo #41: "Vidas rotas."

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  Las dos semanas siguientes pasaron con rapidez, una rapidez confusa y dolorosa. La universidad era maravillosa pero yo tenía ánimos para disfrutarla, mi felicidad se había quedado junto a Juan. ¡Dios! ¡Como lo extrañaba! Cada día que pasaba, me odiaba mas por haberlo abandonado. Lo quería junto a mí, abrazándome y diciendo que todo estaría bien...

El momento de abrir mis e-mails había llegado, ya no podía posponerlo más, debía volver a abrir mi pasado. Me acerque lentamente a la laptop, tome asiento y la abrí. La pantalla se ilumino al instante, suspire hondo y abrí la casilla de e-mails. 

Quince e-mails aparecieron en mi bandeja de entrada.

"De: Tania. 

Recibido hace una hora.

¿Por qué no has respondido mis mensajes aun, ________? ¡Estoy preocupada! No sabes lo mucho que te echo de menos y tan solo han pasado dos semanas. Tu partida ha destruido a todos, nadie lo puede creer aun. Me siento tan culpable al fingir que no lo sabía. Sé que te preguntaras como esta Juan y como mejor amiga debo decirte la verdad, el se encuentra... destrozado. Pipe y los chicos se turnan para visitarlo, desde que te fuiste no sale de su apartamento, no puede entender cómo te fuiste.

Juan enamorado se ha marchado, ahora esta agresivo y más triste que nunca. Steve se ha pasado por la ciudad y pregunto por ti, se sorprendió al saber que te has marchado. Temía que Juan lo golpeara o lo acusara de tu partida pero sorpresivamente no lo ha hecho, solo se ha encerrado en su habitación. Sé que esto te duele, amiga, pero debes seguir adelante, ¡el futuro te aguarda!
Te extraño mucho y ¡te quiero! No lo olvides"

Las lágrimas comenzaron a caer sin previo aviso, cegándome los ojos. Tania había escrito la verdad, la peor verdad de todas. ¿Cómo podía permitirme estar en un lujoso apartamento en New York mientras Juan estaba sufriendo por mi culpa en Londres, a miles de kilómetros de distancia? Me tape la boca con ambas manos y grite con todas mis fuerzas, dejando salir el odio, la tristeza y el vacio que sentía en mi interior. Grite hasta quedarme casi sin voz. 

Todo en mi vida estaba mal; no tenía a Juan, ni a Tania, ni amigos verdaderos y tampoco una familia que me acompañe.

Estaba sola, en New York, muriendo. ¿Qué sentido tenía mi vida? Había abandonado mi felicidad por esto, por una vida de ricachona. Me odiaba, cada día más. Quería tomar una pistola y jalar el gatillo, que la bala entre en mi y terminar con todo esto.

El solo hecho de pensar en Juan me hacia llorar, recordar cada momento junto a él. Sus brazos protectores y su sonrisa, esa sonrisa que me volvía loca. Sus ojos que escondían un pasado oscuro, lleno de historias tristes y dolorosas. Su voz tan dulce, cada vez que cantaba el mundo parecía detenerse a nuestro alrededor. Sus besos, tan delicados... tan irresistibles. 

"¿Cómo fui capaz de abandonarlo?" Me pregunte, llorando con más fuerza. 

Durante los últimos catorce días me había hecho la misma pregunta, trece de catorce veces la respuesta era "porque eres una maldita perra que no piensa en nadie más que en ti, muérete"
y una vez de ellas me respondí "porque quisiste cambiar y salir de Londres, tal vez no fue el mejor plan de todos pero al menos ahora tu vida no será sombría y solitaria"

Me aferre a esa respuesta, a que por más que no fue el mejor plan de todos y que tal vez, debí haberle confesado a Juan que me iría, mi vida ya no será aburrida y oscura. Pero ahora, al leer el e-mail, supe que mi vida ya era oscura y solitaria. Me había mudado a otro país buscando la felicidad, sin saber que yo ya era felicidad. Mi felicidad estaba en Londres, junto a Juan y mis amigos. Esa era yo, la verdadera __________. Una chica inglesa que tenía el mejor novio del mundo, amigos extraordinarios y una familia que la apoyaba desde lejos. 

Y ahora, había abandonado todo.

La anorexia volvió a mí, al igual que las pastillas anti depresivas. Las cicatrices recientes en mis muslos, me recordaba constantemente que mi vida era una mierda. 

Mis grandes ojeras, adornando mis ojos oscuros, demostrando que no dormía bien hace semanas. 

Jamás volvería a ser la chica que era cuando Juan estaba junto a mí, esa chica dulce y feliz. Ahora era como si estuviera encerrada en una caja de vidrio, nadie podía verla, solo yo sabía lo encerrada y lastimada que estaba.

La noche del viernes siguiente fue casi eterna, no pude pegar un ojo en las seis horas que estuve tendida en mi cama. Alrededor de las cuatro de la madrugada me puse de pie y me metí en la tina caliente, la música melancólica sonaba de fondo. Estuve alli hasta que vi los primeros rayos de sol colarse por mi ventana, entonces supe que la espantosa noche se había marchado. Aunque no salí de la tina, me quede allí por varias horas más. 

El sábado y domingo pasaron con lentitud. Recordándome cada segundo lo sola que estaba. El apartamento estaba ordenado y limpio, era demasiado grande para una sola y pobre chica. Las cicatrices en mis piernas aun no cicatrizaban por completo, estaban perfectamente abiertas. Mi cuerpo huesudo, típico de una anoréxica. La música se repetía una y otra vez, haciéndome llorar aun más.

Volví a meterme a la cama, mañana debía volver a la universidad luego del largo y aterrador fin de semana. Mi cuerpo volvería a ver la luz del día. Era como un vampiro, dormía todo el día y me despertaba a la noche, comía una galleta light y metía en la tina. Eso era mi fin de semana.
Y mañana volvía a la rutina, a fingir que estaba bien y que era una chica feliz.

"FELIZ"  

Cambios (Maluma & Tu) *Terminada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora