Capítulo 2

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Kyungsoo tomó unos cuántos víveres y los metió en un improvisado bolso con agua y otros artículos de primera necesidad. El desconocido estaba sentado en el granero y parecía que pronto se quedaría dormido. Kyungsoo se dio cuenta enseguida que debía ser alguno de los chicos de la ciudad que intentaba refugiarse en un lugar lejano, debido a las protestas y la terrible situación que se vivía en todo el país. Sintió empatía con el muchacho y estaba dispuesto a darle un poco de ayuda. Pero, no lo conocía y tenía miedo de que quisiera aprovecharse de él, como ya había pasado con otros visitantes de la ciudad que habían terminado en el pueblo. 

–Puedo ofrecer techo y comida por un par de días. Después de eso, tendrás que marcharte o trabajar para ganarte la vida– le informó Kyungsoo con seriedad y el chico se sorprendió, alzando la vista completamente esperanzado. 

–Gracias. Muchas, muchas gracias. Yo... ¿podría trabajar aquí? Es decir, si me esfuerzo, ¿podría quedarme?– preguntó con tanta desesperación, que provocó  un poco de desconfianza a su nuevo anfitrión. 

–Dudo que quieras quedarte. El trabajo en el campo no es un chiste. ¿Acaso escapaste de tu hogar? ¿No tienes a donde ir? ¿Es tan terrible la situación en la ciudad?– preguntó el dueño de casa y el refugiado se limitó a asentir con la cabeza. Unas delatoras lágrimas aparecieron en sus ojos  y las secó de inmediato. 

–Los estudiantes de colegios y universidades estatales fuimos sacados a golpes por los militares. Se supone que era una marcha pacífica por nuestros derechos, pero todo se volvió violento y tuvimos que huir, porque estaban armados. Hay grupos de ciudadanos que también atacan, pero éramos estudiantes con carteles.

El joven le contó a Kyungsoo que los medios de comunicación no informaban ni la mitad de las barbaridades que se cometían y que los heridos y los muertos ya no se podían ni contar. Fue desolador verlo tan asustado, con sus manos temblando por el miedo y los malos recuerdos. Pero su relato no terminaba ahí. 

–Los militares están especialmente ensañados con los estudiantes, porque fuimos quienes más nos quejamos al inicio, especialmente los de instituciones públicas. La corrupción llegó a límites intolerables y si te quejas te persiguen y te matan. Lo digo porque vi como murieron mis amigos en el camino. No sé cómo llegué aquí con vida y si regreso no viviré para contarlo. 

–Entonces, todo lo que dicen en el diario y el noticiero es mentira– comentó Kyungsoo sinceramente preocupado. Miró con pesar y ternura al desesperado muchacho. –¿Estás herido?– quiso saber enseguida. 

Con dificultad, el chico se sacó la gruesa casaca de cuero que llevaba puesto y sus musculosos brazos se dejaron ver. Por primera vez, Kyungsoo se detuvo a mirarlo. Era alto, su piel no era muy blanca. Sus labios eran gruesos y sus ojos profundos y oscuros. Su rostro se veía perfectamente perfilado y, a pesar de que estaba sucio y golpeado, se notaba que era muy atractivo. Sus dientes formaban una graciosa línea blanca y perfecta, pero su constante mueca de dolor arruinaba su rostro bonito. Una herida se dejó ver en su brazo y tenía otra bastante obvia en la pierna. No eran profundas, pero seguramente eran un problema. 

–¿Te duele mucho? Espera aquí, traeré el botiquín.

Kyungsoo se apuró para encontrar lo más pronto posible lo que estaba buscando. En el camino encontró a su abuela y se dio cuenta que no podría mantener la situación en secreto. Todo el asunto del chico y su historia le habían hecho olvidarse de todo lo demás. Algo saltó en su mente que le hizo sentirse un poco incómodo. Se había olvidado del mundo entero al estar cinco minutos con él. 

–¿Buscas algo?– le preguntó su abuela al verlo tan atareado.

–El botiquín de primeros auxilios– respondió rápidamente sin abandonar su exploración.

Renacer: Porque vivirlo contigo vale la pena (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora