Capitulo XXI

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¿Qué es esto que estoy escuchando?

Me levante y mire hacia el televisor ya que el sonido provenía de ahí. Peter había dejado el televisor encendido en Discovery Kid.

Este Peter

Mire hacia su cama y no estaba.

¿Dónde estará? ¿Será que se ha ido sin mí? No creo que sea capaz. Me aseare primero y luego veré donde está, aún falta mucho para la hora pautada en que nos veríamos todos en el parque

Al terminar de asearme escuche la puerta del hotel abrirse

—Johann ¿estás en el baño?—Preguntó Peter

—Sí, ¿Dónde andabas?

— Si te digo no me lo creerás

—Peter, no me digas que fuiste a la torre Eiffel sin mí, eso no te lo perdonare.

—No chico. Fui a desayunar

— ¿Y qué es lo maravilloso de eso? Yo también puedo desayunar con tan solo pedir servicio a la habitación

—Esa es la cuestión, no comí acá en el hotel

— ¿Dónde comiste entonces?— Salí del baño

—De un lugar cerca de acá, te encantará. Termina de arreglarte para llevarte hasta allá para que desayunes

—Espero que este cerca Peter, porque tengo mucha hambre

— Deja de hablar y apúrate

Me termine de arreglar y salimos hacia dicho lugar, caminamos de 4 a 5 cuadras no era tan cerca como Peter decía. Hubiera preferido comer en el hotel. El puesto de comida era como un carro ambulante grande de color verde, el negocio se llamaba Ají dulce y tenía su repisa para colocar la comida, aparte tiene salsas para colocarle a la comida.

—Señora acá le traje a mi amigo, sorpréndalo con unas 3 de lo mismo que yo comí—dijo Peter a la señora de piel blanca y cabello oscuro. Afincamos nuestros codos a la repisa del negocio

— ¿Cómo vas a pedir 3 si ni siquiera sé si me gusta? —dije al oído de Peter

—Calla niño, solo déjate consentir

Esta señora me parece haberla visto antes pero no recuerdo dónde, tal vez sean cosas mías y ya.

—Ya están lista mama— se escuchó detrás de la cocina

La señora fue en busca de la comida para servirla y al colocarla en el plato no lo podía creer, eran empanadas. Cuanto me hacía falta mi desayuno venezolano. Lo mejor sería no hacer esperar a mi estómago venezolano.

—Ja, empanadas ¿Que locura, no? Te a seguro que nunca imaginaste que comerías empanadas en París—dijo Peter entre risa

—Es una locura deliciosa— Mastique alegremente— No lo creí posible hasta que hace poco, el día que estuve en el hospital conocí una enfermera venezolana que me habló de un puesto de empanadas en París

— ¿Y porque no me habías dicho? Eres un egoísta—dijo un poco molesto— ¿Sabes lo fuerte que es tener antojo cada mañana de empanada y tener que comer otra cosa porque no estás en tu país?

—Es que se me había olvidado comentarte. Además, ella no me dijo donde quedaba—dije para tratar de tranquilizarlo—Se me paso por alto preguntarle.

— ¿Enfermera venezolana dicen? —Dijo la señora al soltar una leve risa y mirar a la cocina— ¿has escuchado eso Aurora? Una enfermera nos ha hecho publicidad en el hospital.

La Distancia Más CortaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora