Capitulo XXXVI

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Salí del hotel y logre llegar al puente a las cinco y cincuenta, diez minutos antes de la hora pautada. Al llegar al puente, fue fácil encontrarla, pues en el puente solo estaba ella y un hombre con un acordeón. Ella estaba de espalda, a escasos metros de mí, mirando al horizonte del rio Sena. Me acerque un poco, pero me detuve al escuchar su suave voz entonar una melodía, una letra, una canción.

Al ella cantar esa canción sentí algo que no era normal, sentí un escalofrío en mi cuerpo que estremeció mi alma y mis ojos. Algo pasaba con la brisa... No era la melodía, tampoco su voz; Era su Corazón agradecido en versos hacia Él.

Me fue inevitable no soltar una lágrima, fue una acción que se escapó de mis sentimientos. Al mirarle de nuevo la vi envuelta en una luz brillante, ella era una luz, por eso siempre fue Inusual.

— ¿Johann cuánto tiempo llevas ahí?— Volteó

—Te he escuchado cantar, y me ha hecho llorar— Sonreí y seque mis lagrimas

— ¡Ay qué malo eres! — Dijo apenada— ¿Ha sonado tan feo así que te he hecho llorar?

—No, todo lo contrario, tu voz es muy linda.

—Sí claro, como no— dijo al pensar que mentía

—En serio, lo haces muy bien, tienes un timbre lindo— dije— ¿Por qué no me habías dicho que cantabas?

—Porque no me lo preguntaste; además, no siento que lo hago lo suficientemente bien— explico

—Cierto, nunca te lo pregunte. Pero si lo haces bien, como te dije antes me has hecho llorar al cantar; bueno, tú, la canción, o aquel a quien le cantabas... no lo sé. Hoy conocí, y vi mucho de ti, que antes, no entendí. Te vi envuelta como en un brillo y te tengo que preguntar ¿A quién le cantabas allí?

—A Dios, a él le cantaba.

— ¿Él ha me ha hecho sentir este estremecer?— pregunte

—Posiblemente, es lo común con él.

— Ah entiendo—Coloque mis codos en el pasamano del puente. Ella hizo lo mismo—Sabes, te quiero hacer otra pregunta. Escuche que en la canción decías que él te dio una razón y cosas como no podías ver y él fue tus ojos en la oscuridad... o sea, ¿cómo y por qué?... No sé explicarme, pero espero que tú si sepas explicarme a mí lo que quiero saber.

— ¿Quieres saber quién es el, y lo que causa en mí? —levanto la ceja derecha

—Sí, creo que es eso—Asentí con la cabeza

—Él ha sido la persona que más me ha amado, yo no lo merecía, pero aun así el entrego la vida de su hijo unigénito para que muriera en una cruz por mí. Y Su amor sigue vigente cada día al yo despertar, el me llena, y me da paz entre tantas angustias que se viven a lo largo de la vida. Yo no soy la ideal para recibir tan grande amor, por eso, él causa en mí un agradecimiento de amor eterno.

Permanecí en silencio al pensar en lo que ella había dicho

— ¿Cómo puedes amarlo si no lo puedes ver, escucharlo, o tocarlo con las palmas de tu mano?

— En el amor no hace falta ver, escuchar, o tocar; El amor se trata de creer, y eso solo se logra con el corazón, no con el cuerpo. Dios no está lejos de ti, Cree con tu corazón y no con tu mente. La mente te dirá que Dios está lejos, a una distancia imposible para amar, a una distancia que parece nula su existencia; pero tu corazón te revelara que Dios siempre te ha esperado, que no existe distancia en el amor, y mucho menos en el de él, porque si tú hoy lo deseas él puede vivir en tu corazón. —Dijo al señalar y vivir cada cosa que decía.

La Distancia Más CortaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora