Capitulo VIII

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Al día siguiente esperé que Zoe fuera a la casa pero ya era mediodía y aun no me visitaba, decidí ir a su casa. Al llegar llamé pero nadie me contestó subí al techo y miré por la ventana del cuarto y no había nadie, bajé y me preguntaba dónde estaría ella. No sabía dónde quedaba con exactitud el local de la fundación Tu mascota feliz. Decidí ir el parque como segunda opción. Llegué, la busqué pero no la encontré. No me quería dar por vencido pero estaba cansado de buscarla en todo el parque, me estaba sintiendo mareado y tropezaba con varias personas. Lo mejor sería descansar hasta que pasara, me detuve bajo un gran árbol con sombra, me senté y permanecí ahí por diez minutos.

Justo cuando me iba a levantar me percaté de la sombra que sigilosamente se había acercado a escasos metros de mi ¿de quién sería? hasta que escuché esa peculiar voz y la reconocí, era Zoe.

— ¿Me estabas buscando? —preguntó.

Es ella.

—Exactamente eso hacía —Sonreí

—Lo supuse, es lo común —Sonrío falsamente e hizo un gesto de desaprobación

Algo anda mal, muy mal.

— ¿Qué tienes?

—Nada solo estoy cansada —Suspiro

Cansada, si claro.

—Vale entiendo.

—Déjame sentarme a tu lado, y me cuentas porque me buscabas —dijo con un sentimiento guardado.

— ¿Por qué preguntas de esa forma tan extraña? —Dije inquieto— es obvio que quiero hablar contigo. Si no estás te extraño.

— ¿Me extrañas? —dijo fríamente.

—Sí, te extraño.

— ¿Y eso por qué?

Síguele el juego a ver dónde quiere llegar.

—Ha de ser porque te quiero mucho.

—También me quieres, interesante.

—Sí, te quiero, y no es solo eso. También te admiro mucho por tu labor en la fundación y por tu gran talento.

—Entonces me extrañas porque me quieres y me quieres porque me admiras —dijo pensativa.

—Si lo dices así no suena tan bien.

—Disculpa por no hacerlo sonar bien.

Esta chica es complicada.

—No entiendo que está pasando. Te quiero mucho.

—Tu siempre dando todo de ti.

— ¿Eso es malo?

—Tal vez no lo sea, pero conmigo no sabría decirte.

En serio, lo es.

— Zoe... ¿qué me quieres decir? Mírame a los ojos —Me quite los lentes y los coloque en el suelo. Ella movió su rostro hacia mi dirección.

— ¡Que mirada! —exclamó al tragar saliva con dificultad.

¿Qué pasa con mi mirada? Ah ya, ella jamás la había visto.

— ¿Disculpa? —arquee una ceja

—Tú mirada... No sabría definirla o explicarla —dijo con voz tímida.

Creo que debo usar esto a mi favor.

—Mírame a los ojos e inténtalo mientras que me dices qué te ocurre.

La Distancia Más CortaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora