Capitulo III

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Al día siguiente el piano estaba sonando y lo intenté ignorar colocando la almohada en mi cabeza, pero luego entre en razón y en mi casa nadie tocaba el piano, es decir, nadie lo intentaba a parte de mí. Me levanté bruscamente y coloqué mis pies en el suelo.

— ¿Quién está tocando el piano? —pregunté al acercarme donde siempre ha de estado — ¡Johann despertaste!— era la voz de Zoe.

¿Qué rayos hace Zoe acá en mi habitación? ¿Acaso no sabe qué es privacidad? Por lo visto no bromeaba con lo de la clases.

— ¿Cómo no hacerlo con esa bulla Zoe? —Me moleste— ¿cómo entras sin pedir permiso?

—Disculpa, no fue mi intención —dijo con voz arrepentida—. Es que tu madre me ha dicho que estabas en la habitación y al subir y ver el piano quería escuchar el sonido de cada tecla a presionarla —guardó silencio por un segundo—. ¡Wow! sabes que soy Zoe ¡qué bueno eres!

Si claro, tampoco fue mi intención despertar escuchándote. Mi madre cómo ha permitido que ella subiera sabiendo que yo estoy durmiendo, a veces se pasa de despistada.

—Mi mama... —dije molesto con ella por permitirle tanto a Zoe pero desvié el comentario —. Sí, cuando eres ciego aprendes a reconocer las voces de manera sencilla pero ese no es el punto. ¿Qué haces tan temprano acá?

—Recuerda que es mi primera clase de piano.

—Pero pensé que jugabas, no sé si pueda con mi problema visual.

—No importa solo dime donde presionar y ya.

Esta chica va en serio con lo de que le enseñe. Intentémoslo.

—Creo que no será fácil pero lo intentare —dije con dudas—. Para comenzar tienes que saber que la primera tecla blanca del piano se llama Do.

— ¿Do? ¿A ver esta? —La tecla emitió un sonido.

—Sí, esa exactamente. Luego las otras blancas son las notas musicales que de seguro conoces. Que son Do Re Mi Fa Sol La Si Do —Dije al hacer sonar cada una de ellas—. Ahora Inténtalo.

— ¿Así? —dijo con duda.

—Sí así.

— ¿Y para qué son las teclas negras? —dijo con un tono de curiosidad.

—Las teclas negras son los tonos sostenidos. Por ejemplo está el Do sostenido. Inténtalo —escuché como la tecla sonó.

— ¿Así?

—Sí, muy bien.

— ¡Sí! soy la mejor en esto —exclamó alegremente.

'—Eso es lo básico. Haz estos ejercicios de colocar tus cinco dedos desde Do hasta Sol presionas la tecla, y sueltas; al llegar a sol te regresas.

Así lo hizo por cinco minutos aproximadamente.

— ¿Está bien? —preguntó ella con duda.

—Aún te falta, pero está bien.

—Me desespera que no me salga como quiero —dijo desesperada— pero me saldrá.

—La práctica es la que te permitirá hacerlo.

Dicho esto siguió haciéndolo por dos minutos más.

—Ahora creo que sí, escucha —podía percibir el sonido de las teclas como le había dicho que hiciera.

— ¡Ya lo tienes! —exclamé.

— ¡Sí! Gracias —exclamó. Y, espontáneamente, me rodeó los hombros con sus brazos llenos de alegría.

La Distancia Más CortaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora