Capitulo V

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Al despertar mi madre estaba a mi lado.

— ¡Ya despertaste! Toma este jugo, te hará sentir mejor —dijo cálida.

—Gracias mamá.

A los segundos escuchamos el ¡Ding dong! Usual. De seguro era Zoe.

—Johann, esa debe ser Zoe —dijo mi mamá.

—No quiero saber nada de ella —dije secamente— dile que no estoy para ella.

Mi mamá bajó y atendió su llamado a la puerta. Sin embargo logré escuchar lo que le dijo.

—Buenas ¿Cómo esta Johann? ¿Aún sigue enfadado conmigo? Sé que tal vez no quieran verme por acá, pero vengo a pedir perdón. Tal vez causé un daño más a la vida de Johann, y quisiera hablar con él de ello.

— Zoe, él se siente muy mal. No quiere hablar con nadie, lo mejor será darle tiempo.

—Yo igual me siento mal pero a él le debe afectar más. Dígale que volveré mañana

—Dudo que las cosas cambien, pero si no quieres escuchar inténtalo.

Zoe continúo visitándome por una semana. Pero nada cambio al respecto, ella se quedaba afuera de la casa. Aún no podía, aún me dolía. Hasta que al séptimo día no vino a la hora de costumbre y pensé que ya no vendría más, así que no tenía que permanecer en silencio para que ella no supiera que estaba tocando el piano.

Comencé a tocar el Piano por un tiempo considerable pero al concluir escuché unos aplausos detrás de mí, me asusté y me levanté.

— ¿Quién está ahí? —no había escuchado la puerta de mi cuarto al abrirse. De un instante a otro sentí un movimiento brusco en la habitación y mi boca estaba siendo tapada por unas manos pequeñas con dedos finos, y mi cuerpo presionado al de ella, era una mujer.

—Soy Zoe —dijo con un susurro a mi oído— has dejado la ventana abierta y he entrado, y lo peor es que si no aplaudo no lo notas.

¿Entro por la ventana? vaya... escuchemos lo que tiene que decir.

—Estoy acá porque sé que no quieres hablar conmigo de lo que pasó, y me has evitado. Tu pérdida también me duele, pero más me está matando que te perdí. Me está comiendo por dentro el saber que te pedí que confiaras en mí y todo salió mal. He venido varias veces para tratar de arreglar las cosas pero nada. Antes de tocar tu puerta esta vez escuché al piano sonar desde tu habitación y decidí subir. Sé que te preguntaras por qué te tengo tapada la boca, pero ambos sabemos que no me quieres cerca y de seguro gritarías para que yo me vaya, porque dices que todo ha sido culpa mía. Aun así yo te entiendo, sé que es fuerte y para ti yo soy la culpable. Que fui la responsable de no saber qué pasaría un imprevisto. Pero no pienses que te dejaré solo en tu dolor, no puedo. No puedo porque tú eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo, tú me permites ser quien soy sin limitación. No sé si algún día volvamos a encontrar a Toby, no lo sé. Pero espero que la policía lo logre. Porque no fue mi intención, yo solo quería verte sonreír. Ahora que él no está no hay quien te guíe. Así que mientras lo encontramos permíteme ser quien lo haga de ahora en adelante. Tal vez no logre cubrir el espacio que tiene Toby en tu corazón, pero si lo intentaré, lo haré cómo de lugar. Quitaré mi mano pero no digas nada por favor.

Lentamente quitó su mano de mi boca y yo no sabía qué pensar, ni cómo reaccionar. Aún estaba adolorido, y tal parecía ya solo no era ciego, sino que también me estaba volviendo sordo por no querer escuchar. Su mano ya no cubría mi boca, pero por el silencio en la habitación parecía que ella tampoco. No se escuchaba nada

La Distancia Más CortaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora