Capitulo XXIV

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Hoy es uno de esos días que recordaré a lo largo de mi vida, por significar un paso más hacia la madurez. Hoy asistiré por primera vez al liceo, y eso me pone un poco nerviosa. Estoy llena de expectativas positivas, pero aun así tengo temor por lo desconocido. Ya me he alistado y es hora de ir a mi primer día de clase.

Al estar en clase la profesora comenzó con una actividad para que nos conociéramos mejor, al llegar mi turno estaba muy nerviosa y hable un poco suave, pero logre decir mi nombre y mi edad.

La profesora al concluir la actividad comenzó a escribir en la pizarra. Al terminar de escribir en la pizarra le dijo a un chico blanquito que estaba sentado en la última fila de la clase que leyera, el chico al intentar leer se le notaba que no sabía leer de forma corrida. Todos se burlaron de él, él no decía nada pero su rostro lo decía todo, claramente no le agrado que se burlaran de él.

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Al día siguiente tuvimos otra materia, todo andaba según lo esperado. Buenos profesores, buen liceo, solo me faltaba el hacer amigos, pero eso no se me da del todo. Normalmente mis amigos los conozco es por ello, no ando por ahí diciendo ¿Quieres ser mi amiga? No, yo soy muy selectiva, u otro termino cerrada. No lo sé, el punto es que la conversación más larga que he tenido hasta hora en clase es me podrías prestar tu sacapuntas, dale no te preocupes.

En la hora de receso salí y deje las cosas en el salón como todos los demás. Al regresar y abrir mi libreta vi que había una carta. Al ver la carta interrogantes vinieron a mí ¿Que hacia una carta en mi libreta? ¿Quien la había dejado ahí? O mejor aún ¿Que dice la carta?

La letra no era muy legible pero aun así me acelero el corazón por ser una carta. La carta era corta y solo decía Me Gustas. Pensé ¿Quién lo había escrito? Revise la carta bien y decía Johann en la parte posterior. ¿Johann? Recuerdo que fue lo primero que dije, no conocía a un tal Johann.

Me senté en mi pupitre a pensar quien era ese Johann, de seguro era un chico del salón pero no tenía idea de quien era. No dejaba de mirar a los lados buscando a el que la escribió, pero nadie miro y no hubo ni la mínima señal de que alguien fuera el de la carta.

La hora de clase termino y fui a casa. A la hora del almuerzo mi mamá me preguntó cómo me había ido y le respondí que muy bien, que todo estuvo bien. Subí a mi habitación y mire detalladamente la carta, luego la guarde y me puse a hacer tareas.

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Al siguiente día de clase nos tocó otra materia que aún no habíamos visto, la materia era familiar. La profesora al comenzar la clase lo primero que dijo fue que nos pusiéramos en pareja, pero yo no conocía a nadie. Mire a ver si una chica se quería poner conmigo pero al parecer yo era la única que aún no conocía a nadie.

Mi mirada en ellas suplicaba que se pusieran conmigo, pero ya era muy tarde todas estaban con alguien y la profesora se dio de cuenta y acerco a mi pupitre, me preguntó que con quien me pondría y respondí que no sabía, porque ya todos tenían parejas. Al decir esto ella hizo seña hacia la última fila, y el último pupitre del salón. Mire hacia allá y vi que la profesora señalaba al chico que no pudo leer corrido. Me dijo te pondrás con él, luego le hizo seña a él de que sentara a mi lado.

El chico se sentó a mi lado derecho sin decir nada, yo solo agache la cabeza y deje que mi cabello me cubriera el lado derecho del rostro.

La profesora indico que leyéramos la historia que nos había dado, y en una hoja escribiéramos lo que aprendiéramos de la historia.

El chico comenzó a leer, y el no poder leer corrido fue muy notable, hasta para él. Un poco apenado dijo que lo mejor es que leyera yo, porque él no podía del todo, y que para ambos sería mejor que el escribiera y yo leyera escribía

La Distancia Más CortaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora