Capitulo XXX

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Ayer había sido un día fantástico y por ello hoy no he dejado de pensar en ella, y sobre todo en la tensión que había entre nuestras miradas en aquel callejón.

Ya me he levantado, y me he bañado. Solo me falta desayunar, y es obvio donde lo haré. Además, quiero ver si logro sorprenderla con algo nuevo que aprendí.

Al llegar al negocio Ají Dulce no está ella, solo la mamá.

— ¿Buscas a Aurora?— preguntó

—Eso, pero también he venido porque tengo hambre—Solté una risa

—Aurora está en el hospital, la puedes ir a ver. Pero eso sí, luego de que desayunes—dijo en risa al preparar a comida

—Vale, primero desayunaré y luego iré a visitar a Aurora.

Al finalizar de cocinar comí y me despedí de ella. Partí directamente hacia el hospital.

Al llegar al hospital pensé que sería una travesía buscarla, pero para mi sorpresa ella estaba cerca de del filtro de agua que está al lado de la entrada.

—Aurora— dije al estar cerca de ella

—Johann—dijo al saludarla con un beso en la mejilla— ¿Qué haces acá?

— Es que tu mamá me ha dicho que estabas acá y vine a verte.

—Ah desayunaste en el negocio— dijo. Luego miro hacia otra enfermera que le estaba haciendo seña para que fuera a donde ella estaba— Espera, tengo que ir a ver que quiere.

—No te preocupes ve

Ella se fue a la chica y la perdí de vista. Me senté en el banco de espera por diez largos minuto, hasta que la vi de nuevo. Estaba con la misma chica que la había llamado. Ambas sonreían, al parecer hablaban de cosas totalmente divertidas.

Espere que ella se acercara, pero no lo hizo, a lo mejor se le había olvidado que yo estaba ahí. La vi tomarse un café y bromear con sus amigas por un largo rato, la vi pasar de un lado a otro sin desviar la mirada hacia mí, ni tan solo una vez.


Me sentí tan ignorado, y tan olvidado que no lo podía creer, y menos proviniendo de ella. Me dolía el sentirme así, y más que vine a un hospital solo para estar con ella.

No quería ser apresurado en tratar de saber lo que pasaba por su cabeza, si lo hacía con intención o no. Pero no podía ir a preguntarle, me sentía mal, y cuando me siento mal puedo estallar.

El teléfono empezó a vibrar en mi bolsillo en ese justo momento. Salí al frente del hospital para poder contestar. Al revisar era Peter el que me estaba llamando.

—Dime Peter—dije un poco molesto

—Oye tranquilo, solo quería saber dónde estabas

—Estoy en el hospital

— ¡¿Qué?! En serio que tienes problemas para pasar las calle.

—No espera, no me explique bien—Interrumpí— Estoy en el hospital para ver a Aurora, porque su mama me dijo que ella estaba acá.

—Ah ahora sí—dijo— ¿Y por qué hablas con ese tono de molesto si estas con ella?

—No estoy molesto, yo siempre hablo así

—Claro que si —dijo en risa— de seguro ahorita tienes esos pliegues en medio de las cejas y las fosas nasales latiendo

Justamente como dijo Peter así estaba.

—Dime ¿Por qué estas molestos?

—Porque las personas no valoran todo lo que uno hace por ellos, y eso me da mucha rabia.

La Distancia Más CortaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora