dos.

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Respiré profundamente y cerré los ojos.
Persistían las ganas de llorar de la noche anterior, pero no salían lágrimas.
Sentía que lloraba, pero mis ojos no se acuaban.
Tenía el pecho partido en dos, con el alma descubierta ante cualquiera.
Volví a respirar de nuevo, más profundamente.
No entiendo esta sensación.

Tormentas y demás pensamientos de madrugada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora