Me he quedado dormida llorando, una vez más.
Unas lágrimas fijadas con rimel se han quedado debajo de mis ojos, junto a mis ojeras.
Ya no recordaba el sabor de la amargura.
Hacía algún tiempo que no lloraba sola, ni me sabía la boca a hierro.
Me duelen los labios de morderlos cuando están insensibles
y me duelen las marcas que me has dejado.
No son tan físicas como psíquicas, pero vienen a ser lo mismo.
Esta noche el cielo llora conmigo.
Pero esta vez no sólo llora, sino que también truena y deja ver rayos fugaces.
Está enfadado; enfadado y dolido, por eso llora a la vez que grita y convulsiona, porque no sabe qué más hacer para pedir auxilio.
Golpean sus gotas el arcén, las ventanas y la acera.
Con rabia, con fuerza, deseoso de que le ayuden a parar.
Pero nadie se percata de ello.
"Después de la tormenta sale el arcoiris", le dicen.
Y no hacen nada para que salga, sólo esperan.
Como quien espera su muerte.
Despacio.
Sin prisas.
Contemplan hasta que se pase.
Y amaina la tormenta, están en lo cierto.
Pero al tiempo, vuelve de nuevo.
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Tormentas y demás pensamientos de madrugada.
PoésieEsto no es nada. Ni todo. Es lo que es. Lo dicho; esto no es nada. #1 POESÍA 23.12.16