sesenta y ocho.

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Le vas a echar de menos,
y va a ser jodido.

Vas a pasar delante de su portal a sabiendas,
equipada con tus labios rojos y tu sonrisa de «ya no me importas» gritando que le sigues llorando.

Cada vez que te hablen de besos,
vas a recordarle.

Cuando estés a punto de dormirte la sensación que te dejaba cuando te abrazaba una noche fría de Noviembre te calará las entrañas.

Vas a echarle de menos.

Y llorarás frente al espejo preguntándote por qué no fuiste lo suficiente y olvidándote de lo mal que te hacía sentir,
de lo desgraciada que eras.

Y olerás su colonia,
y saborearás sus besos,
y abrazarás sus abrazos.

Y le buscarás en otras bocas,
y le oirás en otras voces,
y le acariciarás en otras pieles.

Le echarás de menos,
y va a ser jodido.

Buscarás sus redes sociales y mirarás todas sus fotos, sus tweets y sus historias de instagram porque somos millenials con el corazón roto y así asimilamos el desamor,
no asimilándolo.

A tus amigos les dirás que es un cabrón, que ya no te importa,
pero esperarás su mensaje y tu cabeza se montará escenarios en donde encontrarle y lanzarte a sus brazos.

Le vas a echar de menos,
y aparecerá en los momentos menos oportunos para descolocarte la vida.

Cuando creas que ya le has superado, que su pelo castaño no araña más tu alma, le encontrarás de nuevo.

Va a atravesar tus ojos cuando pase cerca tuyo una noche de fiesta y tú te vas a quedar ahí,
preguntantándote por qué te sigues sintiendo como en casa cuando te mira tan bonito.

Vas a soñar con sus ojos celestes y no vas a poder explicar lo harta que estás de echarle de menos.

Acabarás gritando desesperada en los baños de un garito cuando le encuentres acariciando la pierna de otra como lo hacía contigo,
compartiendo su tacto con una piel que no se eriza.

Recordarás el olor de su cuello en mitad de una fiesta,
sentirás sus dedos en tus caderas los domingos por la tarde,
y será tu deseo al soplar las velas el día de tu cumpleaños.

Le vas a echar de menos,
y él a ti
no.

Pero algún día tú no tendrás a nadie que echar de menos,
y él ya se habrá perdido a sí mismo.

Tormentas y demás pensamientos de madrugada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora