Capítulo 4

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La Carta

Querida McCain, desde el momento en el que me fijé en tus ojos, esos ojos verdes llenos de rabia, he estado intentando escribirte la carta perfecta, es por eso que he reescrito este mensaje más de dieciocho veces, no sabía cómo explicarte lo que me está pasando, pero voy a intentarlo:

Lo cierto es que me sorprendió ver a una chica tan decidida y con un carácter tan fuerte como el tuyo, y aunque he tratado de esconderlo, aquel día me ganaste. Nadie me había ganado nunca, por eso intenté burlarme de ti de aquella forma, pero me he estado sintiendo culpable estos días, desde nuestro encuentro no pienso en otra cosa.

Por eso he decidido, aunque con miedo, que voy a conquistarte, y, de hecho, mi primer intento para hacerlo es esta carta. No te pido que te enamores de mí, ni que me quieras desde el principio, solo te pido que me dejes demostrarte que yo no soy el tipo de chico que tú crees, que le des una oportunidad a este arrogante y creído idiota, la oportunidad de conocerte.

A la niñita, con cariño

ARES MILNER

SCOTT

Dejé la carta en la taquilla de la chica, saliendo al exterior, porque por un amigo se hace lo que sea, y aunque él pueda ser un capullo muchas veces, sé que le importa ella de verdad, solo necesité ver el brillo en sus ojos cuando hablaba, pero si no le ayudo yo, él no se atreverá a hacer nada, es demasiado torpe y egocéntrico como para darse cuenta de que, si no da ningún paso, nunca podrá volver a enamorarse.

Ares solo ha estado enamorado una vez, la vez en la que nos conocimos y no, no estaba enamorado de mí, se enamoró de mi hermana.

Fue mucho antes de que muriera ella, mi hermana siempre había sido muy buena conmigo, pero había que admitir, que siempre fue mala con el resto de las personas. Nunca se enamoraba de los chicos, pero se los ligaba por diversión, era la forma que tenía de cabrearme, y sí, encontró la peor forma de molestarme, el meloso y molesto Ares, estaba tan enamorado de ella, que trabajaba con dieciséis años por las tardes para pagarle sus caprichos, para que pudieran tener un futuro, estaba tan enganchado a mi, que pensó hasta en pedirle matrimonio, todo eso fue lo que ocurrió por aquel entonces.

Y justo el día antes de proponérselo, aunque no podía casarse con ella quería que cuando fueran mayores se casaran, encontró a mi hermana con su mejor amigo, su nuevo capricho, Elías Thompson, el "chico malo del instituto".

Días después, recogí los pedazos que quedaban de Ares Milner, le ayudé a superar lo de mi hermana, me sentí culpable. Pero creo que me pasé de la raya enseñándole, porque se convirtió en el nuevo Ares, al que ya no le importaban una mierda las mujeres, las usaba y las tiraba como si fueran juguetes, no quedaba ni una pizca de humanidad en él, supuse que se había escondido en sí mismo para no volver a sufrir, para no volver a sentir nada por nadie. Mis intenciones no eran ésas, yo quería enseñarle que a pesar de que el amor duele, merece la pena, pero me salió todo mal, y, después de morir mi hermana, ya no tenía ganas de cambiarle, porque me sentía bien con él, su compañía era lo mejor que había tenido nunca, y si el chico se enamoraba, no tendría tiempo de venir a verme, no sería mi mejor amigo.

Lo sé, fui cruel, por eso ahora intento arreglar las cosas, si McCain es la chica que va a conseguir que Ares vuelva a ser el de antes, tenía que intentarlo. Por eso, escribí esa carta, perfeccioné cada detalle y esperé a que respondiera, quería que Ares fuera feliz de nuevo, era mi forma de compensarle por todo lo que él había hecho por mí.

ARES

Aquella mañana me levanté temprano, tenía educación física a primera hora, mi asignatura favorita y la única a la que voy, no me gusta perder el tiempo. Una vez terminada, cogí mi sudadera y mi mochila, me dirigí al pasillo, y allí la volví a ver, a Erika. Sigo sin saber porque me quedo paralizado cada vez que la veo, me esperaba insultos y una buena bronca, como cada vez que me hablaba, pero pasó algo que no me esperaba, me sonrió, ¿estaba soñando?

Me pellizqué varias veces para ver si era real, cuando me aseguré de que lo era, me quedé bastante confuso, llegué a pensar que la chica era bipolar. Caminé hacia mi taquilla y al abrirla, entendí el porqué de su sonrisa, había una nota en ella, supe que era suya porque ponía:

Querido idiota:

He leído tu carta, y, aunque no me creo nada de lo que dices en ella, soy de las que siempre dan una oportunidad, eso sí estúpido imbécil, piensa muy bien lo que vas a hacer y decir, te espero en el paseo que hay detrás de la escuela, espero que no me defraudes

Que te den

P.D: no vuelvas a llamarme niñita.

No entendí nada, yo no había escrito ninguna carta, pero si sabía quién había podido ser, cogí mi móvil y llamé a Scott que respondió de inmediato:

—Dime.

—Wolf, ¿le has escrito una carta a McCain? —pregunté enfadado.

Hubo un silencio de unos segundos, pero al instante respondió a mi pregunta:

—Sí, le escribí una carta en tu nombre.

—Joder Scott, ¿qué le dijiste?

—La verdad, que conocería a tu auténtico yo.

—No puedo, no puedo hacerlo, esta chica crea sensaciones en mí inexplicables.

—Lo sé, ¿tienes miedo?

—Solo sé que la última vez no salió bien, creo que no debería salir con ella, seguro que vuelvo a sufrir.

—Tírate a la piscina—fueron sus últimas palabras.

Me colgó, dejándome con el problema de no saber cómo actuar, qué decir.

Lo único que recordaba cuando me puse en marcha fueron las palabras de mi mejor amigo: "Tírate a la piscina".

Aunque iba a marcharme a mi casa, porque no voy casi nunca a clase, sin embargo, ahora tendría que ir a alguna, para hacer tiempo hasta que ella saliera.


Alea Iacta Est La Suerte Está Echada© [YA EN LIBRERÍAS] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora