Capítulo 7

611 152 18
                                    

Primer encuentro con Miss Firenze

Scott

Estaba enrollado en las sábanas, dormido profundamente, cuando la imagen de Firenze apareció en mi sueño, con una amplia sonrisa, como la primera vez que la vi.

Por un momento creí que el sueño era real, que estaba reviviendo la primera vez que la vi. No sé qué me pasó, pero al verla girarse en la cama y sonreírme, me sentí en un estado de comodidad inigualable. Me cayó bien desde el momento en el que comenzó a hablar, me acuerdo como si hubiera sucedido hace unos segundos, se retiró el pelo de la cara y dijo con la sonrisa más reluciente que he visto mientras me señalaba con el dedo: "¿Tú eres Scott verdad?"

Y hasta ahí llegó el sueño, lo siguiente que escuché fue la alarma. La había puesto para ir su casa, y no, no estábamos saliendo, solo éramos amigos, o por lo menos eso fue lo que intenté dejarle claro en nuestro primer cruce de miradas.

Salí de la cama, me puse unos vaqueros desgastados y una camiseta blanca básica, y me encaminé hacia la casa de mi vecina. Llamé a la puerta, los señores Firenze no estaban, solo estaba ella, Erika, la que abrió la puerta y se fue caminando hacia su cuarto mientras decía:

—Vamos Wolf entra, está abierto.

Pasé al interior, fui a su cuarto, donde me esperaba en su cama y me acerqué a ella, el hecho de que estuviéramos solos hacía que me pusiera aún más nervioso, el pulso me temblaba. En un rápido movimiento cogió mis dos manos entre las suyas, se acercó a mí, y susurró:

—Bien Scott, empecemos.

—¿Por dónde quieres empezar Firenze? — cuestioné ensimismado.

—Llámame Erika, Firenze es mi madre, ¿sabes que ese es mi segundo apellido?

—¿Sí? —dijo sorprendido—. Como quieras Erika, ¿por dónde empezamos?

—¿Qué edad tienes Scott? — preguntó curiosa la chica de ojos verdes que intentaba convertirse en mi amiga.

—Diecinueve — contesté escueto.

—¡Anda si tienes la misma edad que mi hermana! —dijo mientras jugaba con su melena pelirroja.

—Supongo que sí— respondí mientras me rascaba la nuca incómodo.

—¿Qué es lo que querías Scott?

—Tengo que encontrar una amiga.

—¿Solo buscas una amiga? —preguntó la chica extrañada.

—Sí, ése es mi objetivo—le sonreí.

—Ohh vamos, no me digas que tienes novia, vecino—me dio un pequeño codazo.

—Todavía no he encontrado a la chica adecuada.

—¿Y cómo es tu chica adecuada?

—Erika, prefiero no decirlo, no soy de esa gente que tiene un gusto definido.

—Venga, ¿Cómo es el tipo de chica que puede conquistar el corazón de Scott?

—Supongo que tiene que sorprenderme.

—¿Sorprenderte cómo? —preguntó mi vecina con curiosidad.

—Ser capaz de conversar conmigo, pero no tonterías, me refiero a una conversación en condiciones, quiero encontrar a la chica con la que me pasaría el resto de mi vida hablando.

—¿Y mientras qué? — sonrió satisfecha con mi respuesta.

—Mientras vivo en mi casa encerrado, mi hermana murió y aún no ha pasado el tiempo suficiente como para salir al exterior — contesté apesadumbrado.

Alea Iacta Est La Suerte Está Echada© [YA EN LIBRERÍAS] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora