Capítulo 7.

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Todavía recuerdo aquel día, uno de mis primeros días de clases con la ceguera. No tenía humor para soportar a mis estúpidos compañeros, no tenía ni siquiera el valor suficiente para enfrentarme. Claro que la chica ciega era como una nueva experiencia para todos, todos debían molestarla. Era insoportable ir constantemente con una de mis compañeras al lado mío para que nadie me molestase, me jueguen bromas pesadas, o cosas así. El profesor tenía que dictar las cosas para que yo pudiera escribir... hasta algunos se reían porque me iba del margen. Gracias al cielo, tenía a mi compañera siempre al lado mío para ayudarme en todo. Con ella hacía mis tareas, hacía todo lo posible para pasar de año. Era patético a veces ponerme de pie y chocarme con todos los asientos, o que se me cayeran todos los apuntes. Las risas de mis compañeros inundaban el aula, ni los gritos del profesor podrían cesarlos. Lágrimas creo que quisieron salir, pero no mostré debilidad... no ante esas personas, no se merecían ni una de mis lágrimas. Pedí permiso al profesor para retirarme del aula, asique eso hice. Me había ido de la escuela. No quería estar ni un solo segundo más entre esas... mejor dicho, esa gente. Sería un insulto llamarlos personas. Pero lo que más me había dolido, era la actitud de mi mamá ante mi 'escapada de la escuela', ya que estaba sola y sin visibilidad. 'Recibí ayuda, no te preocupes'... respondí con ironía antes de cerrar la puerta de mi habitación para escuchar más críticas. Habían sido suficientes por hoy.

Estaba relajándome en la bañera, cuando de repente, esa imagen negra aparece en mi cabeza. Desgraciadamente, los ruidos de aquel día era lo que inundaban los pensamientos de mi cabeza. Aquellas risas, aquella tortura constante, aquellas 'sacadas de mano' que recibía, ¿acaso eran necesarias? Estaba acostumbrada a que la gente se empeñara a lastimar y arruinar la vida de las personas, pero no con tanta... crueldad. Aunque el estilo de vida que había hoy en día, era diferente a lo de hace un tiempo atrás. Después de una larga ducha, aproximadamente, veinticinco minutos. Ya seguro mis familiares estaban por llegar, estaba algo nerviosa... desde mi accidente, no había visto a nadie más que a mi hermano y a mis padres. Tenía vergüenza de mostrarme como era, no podía mostrarme a los demás. Mi mamá dejó unas prendas sobre mi cama, al parecer era un vestido suelto. Llamé a mi mamá para que me ayude a ponérmelo. Emitió un 'estás hermosa, cariño' antes de retirarse de la habitación. Luego, mientras bajaba las escaleras escuché que gritó. 'Te espero abajo, cielo'. Bufé. Coloqué mis lentes en su lugar y bajé rápidamente, pero con cautela por las escaleras. Escuché unos murmullos, supuse que ya había llegado gente... pero apenas pisé el piso, muchos brazos me reconfortaron.

Así era, estaba en lo cierto. Fue una linda velada en familia, se puede decir que reí bastante. Mi hermano sobretodo, era el que más sonrisas me sacaba. Recibimos la navidad con un brindis, escuché algo bastante incómodo en esa parte. 'Brindemos por Hienim, para que su vista un día, milagrosamente vuelva'. Me sentí algo incómoda, quise romper a llorar porque sabía que eso no podía pasar. Había tenido alrededor de unas tres operaciones en lo que va de mi ceguera, y ninguna había hecho cambio alguno. Odiaba recordar aquel momento de ilusión de la primera operación, odiaba recordar que pensaba y tenía seguridad de que iba a volver a ver. Sin embargo, quedé aún peor. Eran bastante aterradoras todas aquellas ideas que también me hacía antes de operarme. ¿Podría esto causar un daño peor? ¿Qué iba a pasar ahora? ¿Volvería a ver? Y todas esas cosas, nunca terminaron siendo reales. La pequeña probabilidad de que pueda recuperar mi vista, era de más o menos, un cinco porciento. Era patético, ni siquiera mejorarlo se podía. El golpe había tocado el nervio óptico, lo que gracias a esto, causó la pérdida de la vista. Al principio mi vista podría haber quedado intacta, pero al no operarse de urgencia, eso se fue perdiendo de a poco. Cuando había ingresado al hospital, ya no había muchas probabilidades de que vuelva a ver algo. No se cuanto tiempo había pasado, pero algunos regalos estaban ya en mis manos. Empecé a abrir los regalos, no sabía bien que eran, no los distinguía simplemente con el tacto. Mi hermano me ayudó con todas esas cosas. Recibí prendas para vestir, accesorios entre otras cosas. También me habían regalado maquillaje, que no se muy bien para que podría usarlo. No era de arreglarme, y menos desde que perdí la vista. No sabía ni como hacerlo, y era patético que tuvieran que ayudarme... prefería ahorrarme eso. Una vez que terminó la fiesta, subí a mi habitación. Estaba algo incómoda con todo lo que tenía puesto, asique intenté sacármelo como pude y vestirme con ropa cómoda. Luego me senté en mi cama. Suspiré, aun pensando en esta noche. Había sido algo mala y cortante con mi familia, pero al fin y al cabo no quería pasar tiempo con ellos. No me sentía cómoda ni conmigo misma. La puerta de mi habitación se abrió.

-Permiso... -susurró la armoniosa voz de mi hermano, creo que ya estaba en mi habitación, yo asentí esperando a que me viera- ¿quieres hablar con alguien? -preguntó dulcemente, él sabía claramente que lo necesitaba ahora-
-Por favor -dije casi suplicando-
-¿Qué te pasó hoy? -preguntó algo asustado- ¿acaso te sientes mal? -nuevamente, preguntó-
-Me siento mal conmigo misma, por ser... así -admití-
-¿Sabes? Eres especial así como eres, y así eres mucho más hermosa -acarició una de mis mejillas, me dieron escalofríos-
-Tienes las manos heladas... -susurré, poniendo mi malo caliente sobre la de él- no te vayas, por favor -supliqué- quédate conmigo -intenté poner una de mis mejores sonrisas, miré hacia el lado que él se encontraba-
-No me iré hasta que tu me lo pidas -dijo dulcemente.

Me imaginé su sonrisa en ese momento, aquella sonrisa que conocí hace cinco años atrás. Apenas recordaba esa sonrisa de niño inocente, aquella que solía hacer notar cuando hacía estupideces, sólo para aparentar inocencia. Aunque sabía que esa sonrisa de bebé había cambiado, recordarla me hacía sonreír. No pasó tan poco tiempo, que él ya se encontraba acostado a mi lado, cantándome prácticamente para que pueda dormir. Me sentía protegida entre sus brazos, él estaba ahí... y eso completaba aquel espacio que tenía desde hace mucho tiempo dentro de mi. ayuda

⇸A Light In My Window⇸ B.BaekhyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora