Capítulo 9.

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Hoy era el día en que volvía a lo que había sido mi casa por mucho tiempo. Me negué rotundamente más de un millón de veces, pero sabía que por más que quisiera quedarme en los brazos de mi familia para siempre, no iba a ser así. Tenía 23 años, y una vida... no muy buena por delante, pero la tenía en las palmas de mis manos. Y no todos tenían un futuro más o menos asegurado como el mío. Las oportunidades de la vida se dan una sola vez, y hay que aprender a no desaprovecharlas. Las veces que las oportunidades se dan una segunda vez, es porque de verdad tiene que suceder. El tiempo te está dando un lugar para corregir algunos de tus errores, vivir mejor. Y no hay que perderla, porque si no perdemos todo a nuestro paso. Pensando en todo esto, cerré la última maleta y suspiré. Iba a extrañar el aroma particular de mi habitación, aquel olor a perfume de ropa que mi mamá agregaba a mis sábanas para que me sintiera un poco más cómoda. Tiré la maleta al piso y me tiré una vez más a mi cama. No sabía cuando iba a volver, o si iba a hacerlo. Tenía los ojos cerrados, era temprano y tenía sueño. En cualquier momento iba a quedarme dormida, y nadie iba a poder levantarme. Pero bufé cuando la puerta se abrió.

-¡Hienim! -gritó mi mamá, hice un gesto de disgusto- Muévete de esa cama, baja a desayunar que debes irte -quiso levantarme de un tirón de la cama, pero estaba muy cómoda-
-Sólo unos minutos -suspiré, sabía que esos minutos eran horas-
-Si, claro -rio, y yo sonreí graciosa, ella me conocía más que yo misma- ¡levántate ahora mismo, no me hagas traer a tu hermano! -exclamó-
-Si mamá -bufé nuevamente.

La puerta de la habitación se cerró, y me levanté rápidamente. Desenredé mis cabellos y me puse un poco de perfume. Bajé para rencontrarme con Jung Dong, mi mamá nuevamente y mi hermano, quien iba a llevarme hoy. Me había acostumbrado a que en estos días, el aroma a comida inunde la cocina y me diera mucha hambre. Es más, había olor a chocolates y supongo que, cosas ricas que iba a desayunar antes de irme. Me senté con la ayuda de Jung Dong, y desayuné un chocolate caliente, con muchos dulces. Creo que no era el mejor desayuno, pero mi mamá sabía que amaba todo lo que tenía que ver con comida, más con dulces. Luego de un rato de devorar, reírnos, llegó la hora de partir. Mi hermano subió por mis maletas y yo saludé a Jung Dong que no iba a poder acompañarme, ya que él tenía que trabajar para mantener a mi hermano, y en parte a mí. Mi mamá subió las cosas al auto y mi hermano me ayudó a subirme. Yo iba en el asiento trasero, mi hermano manejaba y mi mamá iba de acompañante. Ellos hablaban y me hacían reír un poco, pero nada iba a sacarme una sonrisa. No quería volver, mucho más si eso significaba vivir encerrada y con Minhae. Me negaba a pensar en que, ahora cuando vuelva, mi vida íntima iba a estar compartida de más. No entendía porque justo a mí me pasaba esto, no entendía porque el destino era tan malo conmigo. ¿Qué era lo que tenía que aprender de esto? Créanme, eso era lo que me preguntaba todos los días.

El auto frenó para estacionarse. Ya estábamos aquí, era la hora de irme, y enfrentar mi futuro una vez más. Mi hermano se bajó del auto para darme un abrazo y despedirse de mí con unas caricias en el cabello. No quería soltarme, él se negaba nuevamente a eso. Iba a extrañarlo, más que a nada. Me iba a hacer más falta de lo que creía. Él lloriqueó un poco, y lo entendía. Se subió al auto para evitar sufrir más nuestra separación, y mi mamá me terminó acompañando. En este momento, quería voltearme y correr a abrazar a mi hermano, decirle cuanto lo quiero y que me lleve lejos. ¿Demasiadas películas? Eso creo. Mi mamá entró a inscribirme nuevamente, mientras yo tenía que volver a mi habitación. Me ayudé un poco con las paredes y los agarramanos que había en el pasillo que daba acceso a todas las habitaciones. Mis maletas las llevaban luego, por ahora sólo llevaba mi equipaje de mano. Enseguida, alguien chocó conmigo apenas en de mi brazo derecho, haciendo que mi bolso se caiga al piso. No me había hecho nada, pero me molestó demasiado ya que no puse una buena cara. Lo miré mal, o eso intenté. La verdad no sabía si estaba quedando como idiota mirando a la nada, o enserio estaba mirando a esa persona con la cual había chocado. ¿Acaso no se daba cuenta que era ciega?

-Lo siento... -dijo muy apenado y avergonzado, por la voz dulce y algo gruesa era un hombre-
-¿Acaso eres estúpido? -dije rápidamente, sacando mis pensamientos a la luz- ¿Que no ves que voy pasando yo? -chillé histéricamente-
-Enserio, iba distraído... disculpa -dijo entregando mi bolso- lamento haberte chocado, pero... ¿te encuentras bien? -de verdad parecía preocupado. Se había dado cuenta de que era ciega, y eso era lo peor. Agaché la mirada-
-Estoy excelente -susurré, pero rápidamente levanté la cabeza y acomodé el bolso en mi hombro derecho.

Sentía que su presencia estaba ahí, junto a mi todavía. Me ponía incómoda, mucha más si no podía ver su rostro. ¡Quien sabía que hacía mirándome aquel hombre!

-¡Muevete! -exclamé, sacando fuerza para empujarlo, pero fui... ¿débil?-
-Tranquila princesa, no uses fuerza -dijo él con una paz interior, era sincero con sus palabras. ¡Quien se creía que era!-
-Hazme un favor -dije amablemente- nunca más vuelvas a aparecerte en mi camino -amenacé lo mejor que pude, pero era demasiado patético. Quizás se estaba riendo de mi en su interior- o puedes hacerle un favor a la humanidad, muriéndote -remarqué el 'muriéndote', y rápidamente seguí mi camino.

Sentía sus ojos clavados sobre mi espalda, no veía la hora de llegar a la habitación. Seguro Minhae estaba esperándome en la puerta de la habitación, ya que no tenía ni la menor idea de donde se encontraba. Así fue, ella me recibió de la misma manera que siempre, fría y antipática. Luego de un rato, las maletas llegaron a la habitación. Estaba acostada, leyendo nuevamente uno de mis libros escritos en braille. Escuché que mis maletas cayeron al piso, me enojé un poco. ¿Quiénes se creían para hacerle esas cosas a mis equipajes? Intenté ignorarlos, pero enseguida esa voz me confundió totalmente.

-Creo que íbamos a reencontrarnos, después de todo -dijo la voz varonil de hace un rato, había chocado conmigo-
-¿Quién te crees para chocarme, y encima tirarme mis maletas? -pregunté con algo de sarcasmo en mi boca-
-Tu lazarillo, -dijo rápidamente- así que sólo te pido un poco de respeto de tu parte -dijo amablemente, sin arrogancia.

Esto era lo único que hacía falta. Que ya desde el primer día tenga a un lazarillo, y sea un ser... completamente insoportable y arrogante, aunque no lo demostrara del todo. ¿Acaso no había una escapatoria de este lugar? Creo que estaba destinada a vivir toda mi vida con un estúpido lazarillo, arruinándome la existencia completamente... pero eso no iba a detenerme, ni pensaba ser la persona más amable del mundo. Si la gente no lo era conmigo, yo no iba a serlo. No estaba acostumbrada a caer a niveles tan bajos. Era completamente patético lo que me rodeaba, mi vida era patética... y cada vez, tenía menos sentido. Pero al fin y al cabo, nada tiene sentido en esta vida.

Y mucho menos lo tenía que dos arrogantes como mi supuesto lazarillo y yo, se fusionen para ser esta vez, una sola persona. Furiosa y enojada como estaba, tiré mi libro escrito en braille al suelo y me puse de pie. El chico se quedó mudo ante mi actitud. Y yo, me quedé muda ante mi reacción. ¿Qué se supone que iba a decirle ahora? ¿Cómo iba a reaccionar él? Y nuevamente, deseé que la tierra me tragara completamente.

⇸A Light In My Window⇸ B.BaekhyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora