Capítulo 2.

403 28 0
                                    

- ¡Ella tendría un mejor futuro si ustedes no tendrían ideas tan estúpidas! -Gritó con enojo la voz gruesa de mi hermano-
- ¡Piénsalo, cariño! -Exclamó mi madre- Es por su bien, ella no puede seguir así -musitó- ven, siéntate... -pidió ella.
- ¡No quiero sentarme! -Volvió a gritar- ¡No quiero perderla, pueden hacerle cualquier cosa allí! -Chilló-
-No, es un lugar seguro -comentó Jung Dong- ella estará mucho mejor allí que aquí con nosotros, sabrán cómo tratarla -animó él.

No me quería imaginar que era lo que tenían planeado conmigo. Me hacía erizar la piel por completo. Escuché un golpe, al parecer alguien golpeó algún mueble de la sala.
-Tranquilízate -pidió mi madre- sabes que es lo mejor para ella, y te guste o no tienes que aceptarlo -empecé a escuchar algunos sollozos- a nosotros también los duele, pero imagínate lo duro que es para nosotros cuidarla ahora, no podemos -musitó-
-Pero no quiero que la alejen de mí, no quiero que pase sola por esto -suplicó- Si se va, me voy con ella -pidió mi hermano-
-No digas esas cosas, Chanyeol -ordenó Jung Dong- es lo mejor para ella, y podrás verla siempre que quieras -musitó-
-Pero tengo que cuidarla -dijo él- lo prometí cuando pasó el accidente, ¡tengo que hacerlo porque la amo! -exclamó, sus palabras hicieron que haga una pequeña sonrisa- no la puedo dejar en ese lugar sola -dijo él adolorido-
-No estará sola, hará amigos que son como ella, u otras cosas -dijo mi mamá entusiasta- E iremos a verla siempre -prometió.

Suspiré y terminé de bajar la escalera, al parecer todos notaron mi presencia ya que todos se quedaron mudos. Sentí unas manos ayudarme a bajar, y enseguida rompí el silencio incómodo.

- ¿Qué está pasando? -Pregunté curiosa- ¿Qué quieren hacerme? -Pregunté, ahora asustada-
-Hija... -comenzó mi madre- vamos a enviarte a un lugar especial, donde harás muchos amigos nuevos y la pasarás muy bien -dijo dulcemente, creo que había sonreído- estarás con gente como tú, e iremos a verte siempre -suspiró-
- ¿Quiere decir que van a dejarme en un lugar con gente desconocida? -pregunté asustada, mi hermano me abrazó y susurró en mi oreja 'tranquila'. Enseguida supe que él me había ayudado en las escaleras-
-No es tan así, tendrás gente que es como tú, y te ayudarán siempre que lo necesites -explicó Jung Dong-
- ¡No quiero! -Exclamé como pude, pero sólo fue débil- Quiero quedarme aquí con ustedes, y con mi hermano -intenté decirlo con firmeza, pero sonó más como una súplica- ¡quiero quedarme aquí! -exclamé nuevamente-
-Es lo mejor para ti hija -susurró mi mamá- estarás mejor allí que con nosotros aquí -aseguró- sube a preparar tus maletas, mañana irás allí -dijo con dolor-
-No pueden hacerme esto... -susurré, a punto del llanto-
-Podemos porque somos tus padres, y no queremos ver como sufres, nos duele demasiado -comenzó Jung Dong- te amamos, y no queremos verte mal nunca más -Sentí que me abrazó- esto es por tu bien -dijo firmemente-
-Pero si quisieran verme bien, me dejarían quedarme aquí -comenté quitando mis lentes, y mirando hacia abajo. Me avergonzaba el hecho de levantar la mirada y vean mis ojos. Sólo con los lentes oscuros me animaba a mirar hacia adelante-
-Verás que estarás mejor -dijo mi mamá- nos llamarás si nos necesitas, e iremos en cuanto podamos, siempre estaremos ahí para ti -comentó dulcemente, acariciando mis cabellos- todo será mejor.

Parecía apenas ayer cuando estaba en el baño de mi casa, en el lavamanos apoyada. Ya no podía ver nada, y eso era algo bastante shockeante. Cerré mis ojos con fuerza, y con la fuerza que pude levanté una de mis manos y la llevé hacia a mi cabello. Derramé algunas otras lágrimas, me negaba a creer que esto era real. Sólo era un mal sueño. Me estaba mirando hacia el espejo, tenía mis ojos levantados, mirando hacia el frente. Aunque no podía verme, deseaba saber por lo menos, como me veía. Como era ahora. Seque algunas lágrimas secas y otras nuevas que salían de mis ojos, con cuidado de no meterme uno de mis dedos en estos. Aunque ya no servían de nada. Bajé la cabeza, y salí del baño como pude. Intenté caminar sin el bastón, pero sólo logré caerme por las escaleras. Era completamente inútil, ya no servía para nada más. Esa misma noche, me acerqué como pude a la cocina. Busqué los cuchillos con el tacto de mis dedos, para luego llevarlo a una de mis muñecas. ¿Y si luego me arrepentía de lo que iba a hacer? Quizás todos pensaban que estaba loca, quizás todos iban a reírse de mi por mi acto de cobardía. Sentí a alguien bajar las escaleras. Ahora que no podía ver, mis otros cuatro sentidos estaban siempre intactos. Solté el cuchillo y al parecer, alguien estaba mirándome. Me di la vuelta, y bajé mis ojos, ya que no tenía mis lentes puestos.

- ¿Qué se supone que estás haciendo? -Preguntó la voz de mi hermano, volví a llorar- nunca más hagas esto, por favor -suplicó- no quiero pensar que te pierdo, quiero que te quedes aquí conmigo -dijo entre sollozos-
-Lo lamento -susurré- por favor, no le digas a mamá -supliqué yo esta vez.

Sentí sus fríos labios posar en mi frente, y luego sus manos tomar mis hombros.

-No pienso hacerlo -prometió- te cuidaré siempre -musitó su promesa, seguido de un suspiro.

Tenía mis ojos cerrados, recordando aquel momento luego del accidente. Toqué nuevamente la herida donde me habían operado, y hace cinco años tenía rapado. Me aseguré de que mis cabellos ya estén de nuevo como antes. Me senté en la cama, y empecé a tocar las prendas que se encontraban sobre estas. Mis maletas estaban apoyadas sobre el suelo. Tocaron la puerta, y escuché la voz de mi hermano.

-Permiso, mi cielo, -dijo dulcemente- ¿necesitas ayuda? -preguntó.

Antes de contestar, busqué los lentes que estaban sobre mi mesa de luz, para luego colocármelos y lo miré, aunque sólo sintiera que lo estaba mirando.

-Claro -sonreí débilmente.

Muchas veces intenté recordar cómo era mi hermano, pero de aquí a cinco años él puede haber cambiado demasiado. Suspiré ante mi pensamiento. Mi hermano me ayudó a ponerme de pie, pero luego me soltó. Sentí sus pasos recorrer la habitación, hasta que sentí que una linda música comenzaba a sonar. Era la música de una de mis bandas favoritas, aunque ni siquiera sabía cómo se veían ellos. Me sobraba con sólo saber que eran unos músicos excelentes y que me sacaban grandes sonrisas hasta en mis días más tristes. Imaginé que seguro mi hermano estaba haciendo estupideces sólo para hacerme reír, lo que aseguró cuando tomó mis ambas manos y me hizo bailar. Entre risas y grandes carcajadas de parte de ambos, mis lentes se cayeron. Abrí mis ojos sorpresivamente y seguía mirando hacia el frente. Cerré los ojos con fuerza y rápidamente me agaché para buscarlos. Mi hermano me detuvo, y los levantó él. Me hizo poner de pie, y me los puso en su lugar. Me sentí muy apenada.

- ¿Te encuentras bien? -Preguntó preocupado-
-Si -musité- ¿has visto... algo? -pregunté yo asustada-
-Sólo el hermoso color gris que tienen tus ojos ahora -acarició mi barbilla- no te preocupes por eso, soy yo -dijo modesto-
-Es que, no me gusta que la gente me mire así... ¿qué pensarán? -Pregunté algo triste-
-Pero yo no tengo nada que decir, eres hermosa así como eres -sonrió.

Chanyeol aún seguía bromeando y jugando conmigo, mientras empacábamos las cosas. Aún estaba algo triste, porque la simple idea de pensar que alguien podría darse cuenta de que soy una ciega estúpida, me aterraba. Me estremecí ante esa idea, y más me lastimaba la idea de alejarme de mi familia, y de mi hermano y mi mejor amigo. Nada me hacía peor que eso. Pero, por otro lado quizás hacía buenos amigos, o quizás aprenda cosas que en estos cinco años no pude. No tengo un buen presentimiento, pero algo me dice que todo estará bien... eso creo. Mi hermano cerró las maletas una vez preparadas y las arrojó al piso. Me abrazó fuertemente, y me hizo tomar asiento a su lado, en mi cama.

-Prometo ir a verte siempre -dijo dulcemente- por favor, cuídate mucho ahí, y cualquier problema que tengas me dices -acarició una de mis mejillas- te amo hermana -me abrazó-
-Tengo mucho miedo, ¿sabes? -Dije asustada, me separé de él- yo también estoy como tú, y prometo siempre decirte todo -sonreí-
-Te visitaré todos los días que pueda, y si necesitas verme a mi o a papá, sólo nos llamas -acarició mis cabellos- te cuidaré, lo prometo... y para que lo sepas, estoy sonriendo -sonreí yo esta vez-
- ¿Puedo acariciar tu rostro? -Pregunté- necesito saber cómo eres ahora -sonreí avergonzada.

Él tomó mis manos y las llevo hacia su cara. Empecé a moverlas y sonreí. Eran los mismos gestos antiguos que hace cinco años atrás. Se ve que puse uno de mis dedos en sus ojos, ya que él los cerró con fuerza. Luego, me recosté satisfecha en mi cama. Él me dio un beso en la frente.

-Buenas noches, hermanita -acarició mis cabellos- te amo, descansa -cerró la puerta de la habitación.

Cerré los ojos, pero recordé que aún estaba vestida. Saqué mis anteojos negros y busqué en mi cama mi ropa para dormir, y me la puse. Abrí mis sábanas y me metí dentro de ellas. Me recosté boca abajo y cerré mis ojos. Comencé a imaginar cómo sería ese lugar que tanto le temía. Tenía fe de que mis padres sabían que es lo mejor para mí, y que me van a mandar un buen lugar... a pesar de todo, no me abandonan, ni lo harán. ¿Cierto? Sacudí mi cabeza, no quería pensar más en esto. Enseguida, quedé dormida en un profundo sueño.

⇸A Light In My Window⇸ B.BaekhyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora