Capítulo 28

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—¿Estás bien? —preguntó Rachell al acurrucarse a su lado.

La miró más sin embargo no respondió. Ella lo miró a los ojos y sonrió.

—¿Acaso no te gustó? —dijo ladeando la cabeza.

Sin mirarla, Sebastián tomó una camisa del suelo, se la puso y caminó al baño.

Se hecho agua fría en el rostro y suspiró con las gotas bajando por su rostro.

No. No le había gustado para nada, estar con ella... era estar con la nada misma.

No es que no fuera una... excelente mujer, solo que en él no despertaba nada. Era como estar con una pared...

Salió y ella estaba sin ropa cambiando la televisión.

Sebastián rodó los ojos y le lanzó su ropa para que se vistiera. Esta golpeó en la cara de la chica que al verlo vestirse se levantó con apuro.

—Se... Sebastián ¿A dónde vas? —dijo con algo de preocupación pero al llegar a su lado retrocedió por instinto.

Sebastián la miró con furia y ella solo bajó la cabeza entendiendo.

Al igual que ayer estaba furioso... No entendía porque y había decidido ignorarlo, pero aunque todos pensaran que lo suyo era pasajero, ella tenía claro que iba enserio.

Siempre había estado enamorada de Sebastián pero el jamás se había interesado en ella pues constantemente estaba con algún otro chico y había notado que a él no le gustaban esa clase de mujeres... estaba intentando cambiar, por él, para hacer que realmente se enamorara de ella pero sin importar que hiciera notaba que Sebastián nunca la veía. Por más que sus miradas estuvieran conectadas, la de él parecía ausente, como si su corazón estuviera viajando en alguna otra parte.

Suspiró bajando la mirada para luego sonreír falsamente.

—Suerte hoy —dijo dejándolo ir.

Sebastián salió con la sangre hirviendo y hecho una furia. Caminó lo más rápido que pudo y tomó cualquier auto sin importar cual fuera.

Quería sentirse libre, relajado. Y no tenso como en ese momento.

Manejó por un largo rato pero al darse cuenta que no funcionaba se estacionó y se dio un cabezazo contra el volante.

¡Todo era culpa de esa chiquilla!

Estaba así desde que había vuelto a pelear con ella, desde que la dejó con el imbécil de Estephan.

¿Tan mal se había comportado para que ella decidiera irse con él?

Tomó su celular respirando se forma agitada y le marcó a Mileena.

—¿Hola? —dijo curiosa la chica al otro lado de la línea. Sebastián iba a decir algo hasta que escuchó una carcajada que le dejó los pelos de punta. Alicia estaba ahí...

—Por Dios cállense no me dejan escuchar... —gritó Mileena.

—No —dijo él sonriendo para si mismo —Se ve que se están divirtiendo... luego te llamo y... no le digas que era yo ¿Bien?

—Bien... —dijo algo dudosa y las voces detrás de ella se fueron haciendo lejanas —¿Estás bien?

Negó riendo. Estaba perfecto... él solo escuchar la voz de Alicia le había dado una tranquilidad celestial... pensó que hablar con ella solo empeoraría todo, pero en cambio lo había arreglado.

—Si... Luego te hablo.

—¡Espera! —dijo ella —Nos contó lo que paso... no está muy bien pero hace el intento —oír aquello había sido doloroso. Saber a esa pequeña mal por su culpa no era algo que lo alegraba... —Nos ayudamos a elegir la ropa para la fiesta pero... —se escuchó cuando una puerta se cerró, entonces Mileena dejó de susurrar —Lira me ha dicho que cree que Alonso... Agh, Sebastián solo date prisa con lo que sea que planeas... Alicia es una gran chica, y si de un momento a otro se te escapa no quiero que te quejes.

El Dibujo del Destino |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora