Capítulo 35

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Sonrió mirando al piso.

—Te ves bien —dijo Alicia viendo como Sebastián seguía moviendo su saco de forma molesta —Este momento debería ser al revés...

El rió por fin quedándose quieto.

—Es cierto —dijo sonriendo hacía la chica —Pero sabes que ya pasamos "esto" cuando tuviste que elegir tu vestido.

Le sacó la lengua de forma infantil para después apreciarla.

Se quedó muda bajo la mirada penetrante del chico.

Él llevaba un traje negro y Dios... se veía tan sexy.

Su cabello castaño lo traía bien peinado pero no tan formal, lo que le daba un aire de chico malo.

Ella por su parte llevaba un vestido azul cielo. Era realmente lindo y encontrarlo había sido una tortura. Debía encontrar uno lo suficientemente largo para cubrir sus cicatrices, pero no tanto como para parecer anciana. Se ajustaba en el área de la cintura con un elástico con brillantina plateada, y la caída llegaba justo arriba de sus rodillas. Su cabello caía en rizos y su antifaz era plateado con una pluma a un costado del mismo color.

—¿Vamos? —preguntó el chico ofreciendo su mano.

Asintió despacio.

El viaje en auto duró casi media hora y vaya... habría sido más si el manejara con normalidad.

—¿Nerviosa? —preguntó con picardía brindándole su antifaz a la chica.

Alicia lo miró de reojo y rodó los ojos para luego ponerse el objeto.

Por supuesto que lo estaba.

Pero a la vez era divertido.

Era como volver a su niñez cuando acompañaba a sus padres a esas cenas o a su adolescencia cuando iba con Jane a arruinar la noche.

—¿Pasa algo? —preguntó Sebastián al verla sonreír de aquella forma tan... ¿Malévola?

Negó ampliando su sonrisa. Comenzó a subir aquellos inmensos escalones que daban hasta las amplias puertas de la mansión.

Sebastián le dio las llaves de su auto a un señor y corrió hacia el lado de ella.

A su alrededor habían varias personas vestidas como ellos. Todos tenían las mismas expresiones absurdas y sonrisas llenas de superioridad.

Las escaleras que subían parecían interminables pero al girar a su derecha se llevó una hermosa vista pues aquel lugar tenía un lago justo al lado.

Volvió a mirar al frente y respiró profundo cuando sintió el frío del aire acondicionado golpear con su cara.

Sin poder evitarlo apretó la mano del chico.

Ahora si estaba nerviosa...

¿Y si alguien la reconocía?

—No te preocupes de nada —dijo él elevando sus manos y depositando un casto beso en ellas —Nada te va a pasar. Estoy contigo.

Sus palabras fueron melodiosas. Amaba cuando Sebastián se comportaba serio pero no perdía aquella simpatía o dulzura.

Continuaron caminando y Alicia divisó un gran salón justo al frente. Había música clásica sonando desde algún lugar y la iluminación del lugar era clara, lo que le daba un aspecto antiguo al lugar.

Sus nerviosas se fueron al tope cuando tuvo que comenzar a saludar a las personas.

Sonreía intentando no dejar ver su incomodidad. La mayoría de las personas ignoraban su existencia, o la miraban de forma despectiva. 

El Dibujo del Destino |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora