Capítulo 2-"Nuevos Conocidos"

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—Gracias doctor —escuchó voces a su alrededor, pero les resultaban muy lejanas. Una de ellas se le hacía familiar.

Intentó abrir los ojos, pero era como si estuvieran pegados con algo, le pesaban mucho.

Intentó nuevamente ya exhausta, al hacerlo no reconoció nada a su al rededor. ¿Dónde estaba? Era la pregunta que quería hacer, pero su garganta raspaba y sus labios no respondían órdenes.

Sin embargo no necesitó más tiempo, paredes y sabanas blancas, ese particular frío característico de los hospitales que cualquiera reconocería.

—Ali... —una voz la llamaba. Alzó la mirada con suavidad y encontró a Fernanda mirándola preocupada.

La chica tenía el cabello revuelto y unas ligeras ojeras que demostraban que había estado en vela.

Sintió como apretó con sutileza su mano, intentando reconfortarla. Desvió la mirada hacia ese lugar y se quedó estática.

Incluso había aguantado la respiración sin darse cuenta. Los eventos anteriores la habían golpeado de repente, todos frescos en su memoria. Los intrusos... los cachorros...

—Señorita —dijo una voz firme sobresaltándola. Tragó en seco y miró al doctor frente a ella —Mire aquí por favor...

Alicia apretó la otra mano que Fernanda no sostenía y se aguantó las lágrimas. Aquellas que querían salir con tanta desesperación desde el fondo de su corazón... Pero no.

Le desgarró ver a su amiga de esa forma nuevamente.

No le tenía que dar más motivo para preocuparse.

Pronunció un ligero gracias luego de que el doctor salió de la habitación y se quedó mirando a la nada. Recordó a Fernanda y al verla, la chica la miraba pensativa.

Alicia tocó un espacio a su lado ligeramente indicándole que se sentara. Fernanda lo hizo sin decir una palabra.

Ninguna decía nada. No era necesario, ambas sabían lo que la otra pensaba.

Sin embargo el primer sonido lo produjo la pelirroja cuando no aguantó y abrazó con fuerza a su amiga.

Alicia se quedó inmóvil. 

—Por favor no hagas eso... —suplicó Fernanda, con voz desgarradora —Prometiste no cerrarte, no mentirme —era difícil entender lo que decía, pero Alicia sintió lo que quiso transmitir.

Lo sabía porque sintió ese estremecimiento que tienes cuando un abrazo, al contrario de querer hacerte sentir mejor, te dice que todo está mal... Pero que es momento de sentir. De soltar.

Lo hizo. 

Lentamente su rostro se deformó en una mueca de dolor y rompió en llanto.

Los recuerdos la golpeaban con fuerza, y el terror del momento seguía presente. 

Fernanda la abrazaba más fuerte cada segundo, cada recuerdo doloroso que Alicia revivía, su amiga lo amortiguaba con su calor. 

Fernanda la miró por unos segundos. Se preguntó con mucha tristeza, ¿Qué pasaría con Alicia el día que rompiera su promesa?

Aquella promesa que prácticamente era de sangre entre ellas dos.

La promesa de no dejarse vencer cuando sus mundos se vinieran a bajo. La promesa que habían hecho de contarse absolutamente cualquier problema que tuvieran, para nunca sufrir solas.

Fernanda tragó en seco y se sentó en la silla junto a la cama de Alicia. Apoyó su cabeza en la cama y suspiró.

La noticia de que Mia había intentado defenderla y por ende... terminó herida también, la había tomado tan "tranquila", que solo le quedaba pensar que su amiga se estaba haciendo la fuerte. Al menos la policía había llegado justo cuando los intrusos intentaban escapar, por lo que no lograron su cometido. 

El Dibujo del Destino |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora