Capítulo 43

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Caminó con paso torpe hacía la habitación con enormes ventanales.

Su mente daba mil vueltas intentando ordenar todo.

Se acercó a uno de los doctores y dirigió su mirada hacia adentro de la habitación para darle a entender qué quería.

-¿Cómo... cómo está? -preguntó en un hilo de voz.

Él negó.

-Lo siento... -dijo y Alicia perdió la mirada en el suelo -Luchó mucho pero al final no lo logró...

Ella dejó de escuchar las palabras de aquel sujeto de blanco y lo único que siguió a eso fue el sonido de su cuerpo cayendo sobre sus rodillas contra el piso y luego un grito inundó el lugar.

-¡NO! -gritó con todas sus fuerzas tomando su cabello de forma tan agresiva que no se sorprendería si se desprendía.

Negaba cerrando los ojos con fuerza.

¿¡Por qué?!

¿¡Por qué la vida tenía que ser tan malditamente injusta?!

Todo había sido arrancado de su lado...

¡Su única familia!

¡Ella era su hermana!

Sin importar las discusiones... Las peleas, los gritos, las lágrimas... esa chica rubia era la única familia real que le quedaba... era la única persona que no la hacía olvidar por completo a sus padres...

Era su única conexión con ellos...

Gruñó cuando uno de los doctores intentó acercarse.

-¡No me toquen! -exclamó abrazándose a si misma pero en el intento clavó sus uñas en su piel.

De repente unos fuertes brazos la atraparon.

No sabía quién era. No le interesaba saber, ella solo siguió gritando y pataleando con todas sus fuerzas...

Zaria la había llamado tantas veces ese día... nunca le contestó...

¡Todo sería diferente!

¡Tendría a su hermanita de haber contestado eso!

-¡Maldición! -exclamó dejando de luchar y limitándose a llorar.

-Yo la quería... nunca se lo dije... pero ¡Dios me arrepiento tanto! -sollozó en medio del llanto -¡Tráela de vuelta...! Yo solo la quiero de vuelta...

Comenzaron los recuerdos.

Los más tontos... pero en ese momento los más preciados.

Recordó a esa pequeña alegre y presumida que en su infancia siempre discutía con ella.

Recordó a la adolescente rebelde que solía traicionarla siempre que habían problemas... pero así era su hermana...

¡Así era Zaria!

La recordó entonces aquella noche de su cumpleaños...

La recordó tan bella con aquel antifaz... de pie frente a ella...

La recordó viva.

Así la quería mantener en su interior... viva y llena de alegría y paciencia.

-¡Devuélvela! -exclamó mirando el techo -¡No me puedes dejar sola!

Todos la veían. Todos habían dejado de hacer sus funciones para ver a la joven tirada en el piso clamando por algo que todos sabían era imposible.

Algunos la miraban con lástima, otros rezaban en silencio por su pérdida.

Pues aún después de haber visto tantas muertes, la forma en que aquella chica hablaba... dejaba al descubierto una historia llena de dolor que a todos les llegó.

El Dibujo del Destino |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora