¿Optimista o loca?

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Hoy, estoy feliz. Muchos me dirán que no lo entienden. Muchos, especialmente aquellos que de verdad conocen todos mis problemas y preocupaciones, no alcanzarán a comprenderme. Pero, aún arriesgándome a todas estas perplejidades ajenas, lo afirmo: Soy feliz. Puede que sea porque tengo conmigo a la persona más maravillosa del mundo. Puede que sea porque mis amigos son los mejores que existen. Puede que sea porque tengo una familia más o menos unida, comida en la mesa, cama, y un techo bajo el que dormir. O puede que sea, simplemente, porque me gusta.

Hoy, en teatro, me han puesto un vestido amarillo con mucho vuelo. Me he quitado los zapatos, y he empezado a girar, dando vueltas sobre mi misma, y a reír. Sé que muchos me llamarán loca. Sé que muchos me llamarán niña. Sé que muchos lo verán normal. Sé que no me importa. No me importa lo que piense la gente. No me importa lo que piense el resto del mundo. Sólo me importa lo que piense yo. Y, en ese momento, pensaba en lo divertido que era aquello. Dar vueltas y vueltas, más y más rápido, sin ver nada pero viéndolo todo. Al parar, marearte. Y disfrutar de ello. Mucha gente, lo consigue con las drogas. Mucha gente, lo consigue con el alcohol. Yo, dando vueltas. He recordado esa agradable sensación de cuando eres pequeño, y te descalzas y das vueltas, sintiendo el suelo bajo tus pies. He recordado, cuando te agarrabas de las manos con tu amiga y girabas para reírte cuando os soltabais y os caíais de culo. He recordado que, muchas veces, una cosa tan simple como esa, puede hacerte la persona más feliz del mundo. Dar vueltas, marearte, gritar, reír, tirarte al suelo, tumbarte jadeando, y seguirte riendo. Como antes. Como cuando no había preocupaciones. Como cuando eres feliz.

Con la edad, representa que no puedes hacer según que cosas. La gente, te mira mal, dice cosas que no son estrictamente ciertas, o te tachan de fumada. Pero, a riesgo de volverme repetitiva, dirá que eso no me importa. Porque, esa gente, no entiende como una cosa tan simple como una palabra graciosa, te puede hacer reír a carcajadas. Esa gente, no entiende la felicidad que te puede aportar dar vueltas, reírte de todo cuanto te apetezca a carcajadas hasta quedarte sin aire, parar a respirar, y volver a reír... o el simple hecho de ir luciendo una sonrisa aunque no tengas razón para sonreír. Y eso, en el fondo, es muy triste. Es muy triste ver como hay gente que no usa el ápice de locura que lleva en los genes. Esas personas, son las clases que te piden una explicación cuando les dices que estas súper feliz a más no poder. ¿Mi respuesta? '¿Por qué no estarlo?' ¿Va a cambiar algo estar de mal humor? La vida es divertida. Sólo hay que aprender a mirarla con unos buenos ojos, y demostrarles a todos que eres capaz de sonreír y buscarle el lado positivo a todo cuanto suceda. Demostrarle que, contigo, no puede nada ni nadie. Demostrarle que, tras cada caída, vuelves a levantar con mucha más experiencia. Demostrarle que, con una sonrisa, se puede mover el mundo.

Relatos de un pobre pianistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora