Una de princesas

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Había una vez, en un pueblo muy, muy lejano, una princesa preciosa. Siempre llevaba hermosos vestidos largos y brillantes. Y era hermosa. Era tan y tan guapa, que todos los hombres del reino hacían cola para poder verla y pedirla en matrimonio. Pero la princesa no quería a nadie. Quería a un hombre alto y robusto, atractivo, rico e inteligente. Que fuese un romántico que la llevara a dar largos paseos por la orilla del mar; que fuese tan detallista que le regalase flores por cada mes de relación que hicieran.

Los hombres del reino, no eran así. Si uno era romántico, no recordaba ni su propio cumpleaños. El que era un romántica e inteligente detallista, era más bien feo. Y así una larga lista de inconvenientes. Hasta que un día, de la nada, aparece su hombre perfecto, sobre un corcel blanco. Se casan, viven felices, y comen perdices.

Paparruchas. ¿Esto es lo que queremos enseñarles a las niñas de hoy en día? ¿Qué el hombre perfecto aparecerá cuando menos te lo esperes? ¡Vamos hombre! ¡Despertad! Hoy en día, las cosas ya no van así. Las niñas ya no esperan sentadas a un hombre que las ame con locura para siempre. Las niñas de hoy en día, no visten curiosos vestiditos de princesa. De hecho, las princesas de hoy en día, no son como las de los cuentos.

Las princesas de hoy, no son princesas de palacios espléndidos, sino princesas urbanas. No llevan zapatitos de cristal, ni están en casa a las doce, ni comen manzanas sabrosas. Llevan unos taconazos de infarto, llegan a casa con churros, y no cenan para que la bebida les suba más. Ya no se hacen los vestidos largos en casa; ahora se compran vestidos minimalistas que cuestan un riñón y parte del otro. Ya no se sonrojan porque un hombre les hable; ahora son ellas quienes deciden entablar conversación. Y no con uno solo, sino con todos los que quieran. Y no se quedan solo en las palabras, para que engañarnos.

Las princesas de hoy, no esperan sentadas al hombre de sus sueños. Las princesas de hoy, saben que hay que catar a muchos sapos para encontrar a tu príncipe azul. Y la verdad, tampoco es un príncipe azul. Simplemente es un chico que te hace sentir como una verdadera princesa.

Ha habido un cambio bruta de las princesas de cuento a las del siglo XXI. El porqué, es muy sencillo. Ya saben lo que hay más allá del “vivieron felices y comieron perdices”. Después de eso, vienen muchos años de matrimonio, pude que con un cerdo machista. Unos críos que darán la tabarra todo el día sin cesar. Mil un gastos necesarios. Y mil cosas más. ¿De verdad pretenden empezar con todo eso a la corta edad de veinte años? ¿De verdad quieren soportarlo por alguien a quien apenas conocen? No, no quieren y no lo van a hacer.

Por eso, ha nacido una nueva generación. Las comúnmente conocidas como “Princesas urbanas”, dispuestas a arrasar con todos y derribar todos los tópicos habidos y por haber.

Relatos de un pobre pianistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora