Felicidad

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¿Te has preguntado alguna vez que es la felicidad? Hay quien dice que la felicidad es un estado de ánimo que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada y buena. Si eso fuese cierto... ¿No deberíamos decidir nosotros mismos nuestras metas? Reconocedlo: No siempre lo hacemos. ¿Por qué? Quizás por miedo al fracaso. A fracasar y a encontrarnos con un gran chasco al final de la partida. O quizás, porqué no decidimos nuestras propias metas. Muchas veces, nos son impuestas por otras personas. Personas que, diciéndote que es lo mejor para ti, te dicen que deberias hacer una cosa u otra. Es posible que lleven razon, y que eso sea lo mejor en un futuro. Pero, si lo que de verdad quieren es lo mejor para ti, ¿No deberian ayudarte a decidir tus propias metas, a animarte a hacer lo que de verdad deseas para lograrlo y sentirte realizada y feliz? Aunque, si lo piensas detenidamente, te darás cuenta de que no son sólo ellos los que te hacen dudar de tus metas. Los medios influyen muchísimo sobre tu manera de pensar. Y, modificando tu manera de pensar, hacen que tus metas sean las que a ellos más les interesa. Que tengas el mejor atuendo en aquella fiesta tan importante, que tengas la mejor pareja y la mejor relación, que tengas el mejor puesto de trabajo para poder permitirte todo aquello que quieras... Hay quién se pone metas muy altas y tiene unas intenciones muy ambiciosas en la vida: ser una gran estrella, triunfar en el trabajo, encontrar pareja estable a temprana edad... Y no todas lo consiguen. ¿Qué quiere decir eso? ¿Que viven permanentemente amargadas, infelices? No lo creo. Pero, ¿Por qué? Si la felicidad se produce al creer haber alcanzado tu meta, ¿Por qué si no la conseguimos no somos infelices? A veces sí. A veces al no conseguir algo, nos frustramos, nos deprimimos y nos desilusionamos. Pero, entonces, ahí hay alguien que te anima a levantarte, a superar esa mala racha y seguir adelante. Y, cuando te das cuenta de que es cierto, de que no quiere lo mejor para ti en un futuro, sino tu felicidad constante dentro de un camino políticamente decente y aceptable, te sientes feliz. Feliz de tener a alguien así a tu lado, a alguien a quién de verdad le importas y que de verdad te aprecia. Pero, ¿Por qué? Esa no ha sido en ningún momento tu meta. Tu meta jamás ha sido tener a alguien que te quiera y apoye. ¿O quizás sí? Es posible que, la gran meta del ser humano, sea ser querido. Quizás no todos lo reconozcan. Quizás no todos lo sepan. ¿Es eso posible? ¿Es posible que, en el fondo de todo ser humano, su gran meta sea ser quierido por alguien? ¿Es posible que, al fin y al cabo, todo el mundo tenga la misma meta? ¿Puede ser que esa meta sea el importarle a alguien y que te apoyen cuando notas que tu solo no puedes con todo a la vez? En ese caso, el ser humano no actúa con ninguna lógica aparente. Si bien es cierto que pecamos de hipocresía, ya que todos decimos que no nos importa lo que opinen de nosotros, es bien sabido que una mala crítica tira por tierra diez positivas. Almenos, a largo plazo. ¿Por qué el ser humano es immensamente feliz sabiendo que alguien le quiere y apoya, pero ese sentimiento dura menos que el mal sabor de boca tras escuchar un comentario ácido de alguien que quizás ni conoces? ¿Querrá decir eso que el ser humano necesita constantemente a alguien que le adule y le diga lo maravilloso que es para ser feliz?

Relatos de un pobre pianistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora