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Enero era la mejor y peor época de la vida. Más bien invierno.

No es que no me guste, en realidad me fascina ésta época, es de mis favoritas.

Lo único malo es que sales a la calle y te pega el aire frío en la cara, la cual no sientes y además si no peinas tu cabello, como yo, lo traes hecho una maraña.

Pero, ¿saben que es lo peor?

Cuando usas una bufanda, ¡Oh, no! Es una catástrofe mundial, si dejas el cabello bajo la bufanda no se ve muy bien y además se enreda, si lo dejas por encima se revuelve mucho y se ve peor.

No hay un intermedio, ¿me explico? O lo atas en un moño alto o mejor no uses una bufanda, fin.

Y bueno, a todo esto, he quedado con un amigo de vernos en su casa, vive justo en el centro de la ciudad y eso está de maravilla.

Siempre llego un par de minutos antes porque hay una café delicioso cerca de su casa, se llama Buena Vibra Café, todo lo que venden es orgánico y por eso me gusta venir acá. Es un lugar algo hípster, debo admitir, pero es muy cómodo. Digamos que está al aire libre pero no del todo, hay árboles y plantas aromáticas, las sillas y las mesas tienen un estilo vintage en colores blanco y verde menta. La cocina está al fondo pero ahí mismo tienen la barra en donde atienden a los clientes que piden para llevar.

La entrada al lugar es muy rústica, pues como está en el centro de la ciudad las casas son muy coloniales y bueno, les decía, la entrada es pequeña, no tanto, en realidad caben como tres personas juntas aunque si agregamos que hay un mueble en donde hay periódicos locales en donde anuncian los eventos de la ciudad, sólo caben dos.

Y, ¿saben que es lo mejor? ¡Dejan entrar mascotas!

No es como que yo lleve a mi mascota, pero es genial, ¿no creen?

― Hola, ¿qué vas a ordenar? ―miré al chico frente a mí.

Era alto, ojos marrones aunque a la luz se veían muy claros. Llevaba su cabello alborotado y por supuesto, una sonrisa linda, muy linda.

― Quisiera un frappé de coco con fresa ―dije colocando el menú sobre la vitrina.

― ¿Cuál es tu nombre?

― Diana ―sonreí sin verlo mientras buscaba mi cartera.

Cuando por fin la encontré saqué un billete de cincuenta y se lo extendí.

El chico me entregó el ticket, mi cambio y luego mi bebida, estaba realmente fría y sé que hace frío afuera pero ¡oye! me encanta ésta bebida.

― Gracias ―alargué la última sílaba mientras buscaba ese gafete que siempre llevan los empleado― Yos, Jos ―sonó más como a una pregunta que una afirmación.

― Es Jos ―sonrió cálidamente.

― Oh ―sonreí apenada― lo siento Jos ―me encogí de hombros y sentí el calor subir por mis mejillas.

Volví a dejar la bebida sobre la barra mientras guardaba el ticket y el dinero en mi bolso.

― Oye ―miré a Jos al mismo tiempo que tomaba un sorbo de mi bebida― ¿me das tu número?

Sonreí divertida y les juro que estuve a nada de escupirle en la cara lo poco que había bebido pero me aguanté.

― ¿Estás ligándome? ―arqué una ceja divertida.

― Para nada ―negó― Esta no es mi táctica de ligue.

― Bien ―sonreí.

Ambos intercambiamos números y luego me despedí de él con un beso en la mejilla, olía muy bien, por si querían saber.

No Angel | Alan Navarro |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora