08

1.5K 165 26
                                    

No había vuelto a hablar con Alan desde hace una semana que habíamos salido. Si me lo encontraba en los pasillos de la facultad de Bryan, sólo lo ignoraba.

Increíblemente él si me notaba o al menos eso me había dicho Eri.

― ¿Por qué no hablas con él? ―preguntó Eri al momento de detenernos en l entrada del salón de su novio.

― ¿Para qué? ―respondí un poco grosera.

― Sólo preguntaba ―se encogió de hombros y entró al salón.

Me quedé de pie en la entrada y saqué mi teléfono para poder jugar Bewejeled.

― Ahorita te veo ―escuché la voz de Bryan y bloqueé el teléfono.

Para mí sorpresa, venía con Alan. ¿Qué rayos?

Mientras Bryan llegaba a mí (porque era obvio que venía conmigo), observé a Alan. Lucía bastante bien con esa playera gris y la camisa a cuadros.

― Deja de babear.

― Imbécil.

― Habla con él ―me dijo sacándome de mi pequeño trance.

― ¿Disculpa? ―fruncí el ceño― ¿En serio estas sugiriéndome que hable con Alan? ―él asintió― ¿Te drogaste o algo así?

― Sólo digo que no es una mala persona ―pasó una mano por su cabello acomodándolo un poco― Sé que te dijo cosas que no querías escuchar pero...

― Me da igual lo que me dijo ―puse los ojos en blanco― no insistas, no quiero hablar con él. Me dejó muy claras las cosas el otro día. Si me disculpas ―dije caminando rumbo a las escaleras del edificio.

― ¡Piénsalo! ¿Quieres?

― ¡Tal vez! ―respondí.

La verdad estaba muy molesta con Alan. No me había gustado para nada lo que me había dicho. Es decir, si quieres hablar con alguien lo haces y si no, no lo haces. ¿Para qué dejar que otros te lo pidan? ¿Qué acaso no es capaz de tomar sus propias decisiones?

Seguro le pagaron o algo.

+ + +

A la hora de la salida caminé a la parada del autobús. Agradecía que la universidad nos brindara este servicio de manera gratuita porque eso de estar pagando no le parecía a mi bolsillo.

Busqué mi credencial en mi cartera cuando visualicé al autobús acercarse.

― ¿Te llevo?

― No, gracias.

― ¿Sigues molesta?

― No, Alan.

― Sé que si ―lo miré mal.

― Ahora resulta que sabes lo que pienso ―arqueé una ceja.

El autobús se detuvo detrás del auto de Alan.

― Adiós.

Subí al autobús y tomé asiento en los lugares de atrás. Por lo general era de las últimas en bajarme, además la parte trasera era muy tranquila. La mayoría de los que se sentaban acá iban leyendo o haciendo tarea.

Saqué el iPod de mi mochila y abrí el Spotify.

No tenía ganas de deprimirme así que puse Alright de Supergrass. Esa canción me ponía tan de buenas que incluso me dieron ganas de levantarme del asiento y bailar.

No Angel | Alan Navarro |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora