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Después del extraño comportamiento de Alan en el bosque las cosas volvieron a la normalidad hasta el siguiente día. Habíamos ido a unas aguas termales cerca de donde estaban las cabañas y luego por algo de comer.

― ¿Qué quieren hacer esta noche? ―preguntó Bryan mientras alcanzaba una servilleta.

― ¿Qué propones? ―lo miré.

― Estaba pensando en hacer una fogata ¿qué dicen?

Todos estuvimos de acuerdo con su propuesta y cuando terminamos de comer volvimos a la cabaña.

― Nosotros iremos a caminar ―dijo Eri tomando la mano de Rodrigo.

― ¿Seguros que solo van a caminar? ―preguntó Bryan en un tono coqueto.

― Bryan ―lo reprendí.

― Nos vemos más tarde ―anunció Rodrigo y salieron de la cabaña.

― Bueno ―miré a Bryan―, yo iré a dormir un rato ―dijo Bryan estirándose.

Alan y yo asentimos. Una vez más estábamos él y yo.

La situación comenzaba a volverse un poco incómoda. Alan estaba sentado en el sofá frente a la chimenea viendo a la nada y yo estaba parada detrás de él sin saber que hacer así que opté por ir a la cocina y ver que encontraba de comer.

Como íbamos a estar sólo cuatro días, Bryan había comprado poca comida. Había frituras, refrescos, jugos, huevos y jamón.

La verdad es que no tenía hambre así que cerré el refrigerador y caminé a mi cuarto.

― Bien ―murmuré―, veamos que hay en la tele.

Me subí a la cama y me coloqué en medio de ésta. Alcancé el control que se encontraba en el buró y encendí el televisor. No había nada bueno que ver, solo caricaturas y películas de acción.

Me acomodé en la cama para dormir un rato y apagué la tele.

― ¿Puedo? ―escuché la voz de Alan después de tocar tres veces.

― Claro ―respondí sin girarme ya que me encontraba de lado.

― ¿Vas a dormir? ―preguntó y lo escuché cerrar la puerta. Asentí―. ¿Puedo hacerte compañía?

― ¿Vas a irte a la primera que te diga lo que siento por ti? ―me giré para verlo. Él negó.

Palmeé el espacio vació a mi lado y Alan se recostó. Me giré nuevamente viendo hacia la ventana.

― Cuéntame cómo es tu amistad con Bryan ―soltó de repente.

― ¿Por qué quieres saberlo?

― Curiosidad.

― Bueno, Bryan es mi mejor amigo desde hace un tiempo. Alguna vez estuve enamorada de él pero fue algo pasajero ―hice una pausa―. Siempre ha estado ahí para mí ¿sabes? Es como si fuese un ángel guardián ―sonreí―. Una vez leí en internet algo de los aliados, decía que son como los ángeles, que quieren lo mejor para ti y que siempre van a ayudarte en cualquier situación y si se trata de algo malo te ayudan a elegir el camino correcto ―pausé―. Cuando leí eso recordé a Bryan, siempre que me he visto en situaciones peligrosas o que estoy decaída, está ahí. Bryan es mi aliado y yo agradezco que lo sea. No pude haber encontrado uno mejor.

― ¿Y tú? ―preguntó rodeando mi cintura con su brazo derecho.

― ¿Yo qué? ―fruncí el ceño aun sabiendo que no podía verme.

No Angel | Alan Navarro |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora