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Alan.

― ¿Y esa cara? ―dijo Karen mientras entraba a la casa.

― Es la única que tengo ―solté en un tono de obviedad.

Karen me miró mal y arqueó una ceja.

― Que gracioso, ja-ja ―dijo seria y se acomodó en el sillón para verme mejor― ¿qué te paso?

Señaló mis pantalones que estaban ligeramente salpicados de la bebida de aquella chica.

― Una chica me derramó su bebida ―caminé a la cocina y agarré un vaso de la alacena― la sudadera se veía peor ―hice un mohín.

― Oye sí ―dijo más para ella que para mí― ¿En dónde está?

Le expliqué que se la había dado a la chica ya que había insistido mucho en ayudarme y que al final intercambiamos números para ponernos de acuerdo y que me la pudiese entregar.

― Una chica ―levantó sus cejas de una manera coqueta.

― No, Karen ―dejé el vaso sobre la barra que había en la cocina― no es lo que piensas.

― ¡Alan! ―se quejó― hace más de cinco años que no te conozco una novia, si sigues así comenzaré a pensar que no te gustan las chicas ―dijo metiéndose el popote de su bebida a la boca.

Eso de la novia era cierto. Hace ya mucho tiempo que no salía con alguien, y no es que me hayan roto el corazón, en realidad creo que yo se lo rompí a aquella última chica con la que salí pero siendo honesto, no la quería lo suficiente así que no me importó mucho.

Creo que no he encontrado a alguien que me complemente. Suena muy cliché, pero es muy cierto.

― No quiero una relación amorosa ahora que estoy en la universidad ―solté― quiero enfocarme en los estudios.

― Deberías intentarlo otra vez.

Fruncí el ceño y Karen negó en señal de desaprobación para después acomodarse en el sillón y ver lo-que-sea-que-estaba-viendo.

― Por cierto, Freddy va a venir en un rato.

Solté un audible «Si» mientras caminaba a mi habitación.

Cerré la puerta de ésta y me dirigí a mi armario para sacar unos pantalones limpios y los otros echarlos al cesto de la ropa sucia, opté por unos pants y me dejé la playera blanca que llevaba, finalmente no tenía planeado salir.

Agarré el celular que había dejado anteriormente sobre la cama y la luz de alerta de mensaje se activó.

Desconocido.

¡Hola!, soy Diana, la chica que te tiró la bebida hace un rato. Sólo es para decirte que ya he llevado tu sudadera a la tintorería y me la entregan el lunes. 6:30 P.M

Negué con la cabeza y reí al recordarme lleno de su bebida.

La añadí a mis contactos.

Diana.

¿Me pasas tu dirección? 6:31 P.M

Le pasé la dirección y luego escuché voces abajo. Freddy, Israel  y mis tíos habían llegado.

Guardé el teléfono en la bolsa de mi pants y bajé a saludar.

― ¿Y esa cara? ―preguntó Freddy divertido mientras me daba un abrazo.

― ¿Le contaste? ―fruncí el ceño mientras miraba a mí hermana.

― Hermano, que tú expresión de enojo se vea a miles de kilómetros de distancia no es nuestra culpa ―Iván se acercó a la sala y saludó a Freddy.

No Angel | Alan Navarro |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora