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Mi fin de semana iba a ser completamente dedicado al estudio pero necesitaba recursos para mantenerme despierta y atenta. O algo así.

Entré al supermercado acompañada de Bryan. Agarré uno de los carritos de la entrada pero Bryan me empujó para poder llevarlo él.

Caminamos por los pasillos buscando el de las galletas y cereales.

― No puedo creer que consumas tanta azúcar ―dijo cuándo agarré una caja de Fruity Pebbles.

― Perdón por no ser igual de saludable que tú ―eché la caja al carrito―. Necesito estar despierta. Eso de cálculo todavía me causa problemas.

― Ah ―soltó― tú y tus materias con números.

― Además voy a reunirme con Erika para terminar un proyecto de mercadotecnia.

― Si te hace sentir mejor ―lo miré― yo también tengo mucho por hacer este fin de semana.

Sonreí y lo abracé.

Continué echando comida chatarra al carrito mientras Bryan echaba cosas saludables. Cuando terminamos de echar todo lo que necesitábamos, fuimos a las cajas a pagar.

― Te llevo a casa ―propuso.

― Tú siempre tan amable ―dije y llevé mis manos a sus mejillas para apretarlas.

Bryan retiró mis manos de su cara y me tomó de la muñeca para llevarme al estacionamiento. Puso las bolsas en la cajuela y luego subimos al auto.

― ¿Cómo van las cosas con Alan?

― ¡Cierto! ―exclamé y me giré para verlo mejor―. Gracias por lo del otro día, eh ―dije con un tono de sarcasmo.

― En mi defensa, él me lo pidió ―se encogió de hombros―. Pero eso no fue lo que te pregunté. Responde.

― No he hablado con él, ¿por qué insistes tanto?

― No lo sé. Creo que siento pena por él ―dijo deteniéndose en un alto.

― ¿Por qué? ―fruncí el ceño y entonces me miró.

― No sé ―frunció los labios―. Siento que le gustas pero no sabe que quiere.

― Habla más claro.

― Según sé, Alan no ha salido con alguien desde hace mucho tiempo.

― Sigo sin entender.

― Lo que quiero decir es que tal vez no sepa cómo enamorarte ―sonrió.

― No lo ayudes, ¿quieres?

― No pensaba hacerlo. No quiero que aleje a mi mejor amiga de mí.

Solté una risita y miré al frente al mismo tiempo que él ponía el auto en marcha.

+ + +

Son exactamente las doce cuarenta y yo sigo juntando este torpe proyecto de mercadotecnia. Me había reunido con Erika por la tarde pero no habíamos terminado de juntar el trabajo y además me había ofrecido para hacer un par de cosas que no habíamos tomado en cuenta gracias a nuestra falta de lectura a los requisitos.

Alcancé el tazón cereal que se encontraba en el pequeño escritorio de cristal y comencé a comer.

― ¿A qué hora te irás a dormir?

Me giré y vi la silueta de mi mamá en el marco de la puerta.

― ¡Mamá! ―exclamé en voz baja―. Casi me matas de un susto ―me llevé la mano derecha a la altura del corazón―. No lo sé, ya casi acabo pero me tardaré un poco más.

No Angel | Alan Navarro |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora