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La semana había pasado tan rápida gracias a los innumerables trabajos y guías que nos estaban dejando los profesores ya que la siguiente semana tendríamos exámenes y después de eso seríamos libres por dos semanas.

Las cosas con Alan iban de maravilla. Había estado viniendo a mi casa a terminar sus trabajos y a ayudarme con los míos aunque en realidad no ayudaba mucho, pues Alan no entendía nada de contabilidad y todas esas materias que llevaba. Solo entendía de matemáticas y yo agradecía eso porque era la materia en la que iba mal.

En cuanto al beso del otro día, no habíamos tocado el tema, tal como él me lo había pedido. Tampoco se había repetido tal escena y de alguna manera me ponía mal. Siempre que lo tenía cerca me daban ganas de agarrar su cara entre mis manos y besarlo pero no me atrevía a hacerlo.

― ¿En qué piensas? ―dijo deteniéndose en una luz roja.

― En que tengo hambre ―hice una mueca y sobé mi panza.

― ¿Qué quieres comer? ―preguntó.

― Vamos a McDonald's, me encanta ir ahí ―sonreí.

― ¿Vas a pedir una cajita feliz? ―asentí―. No sé por qué muestro interés en ti.

― Sabes que soy adorable y no puedes resistirte.

― Tal vez.

Alan condujo hasta el McDonald's más cercano y se estacionó. Me abrió la puerta para que me baja y luego entramos al lugar.

― ¡Oh! ―exclamó Alan―. ¡Nerf!

― No sé por qué muestro interés en ti ―dije imitando su voz.

― Shh ―dijo llevándose su dedo índice a sus labios―. ¿Quieres yogurt o fruta?

― Fruta ―sonreí―. Iré a buscar una mesa.

Me alejé de Alan y me senté en una mesa que se encontraba cerca de donde había una mesa con popotes, cátsup y todo eso que se le pone a las hamburguesas.

― Elegí el juguete por ti ―anunció Alan dejando las dos cajitas felices frente a mí.

― Sí, está bien ―sonreí y abrí la caja.

Los dos comenzamos a comer y nos terminamos todo en menos de veinte minutos. Realmente estaba hambrienta.

Después de comer sacamos los juguetes y comenzamos a utilizarlos. La verdad es que no entendía muy bien cómo funcionaba el mío, era una especie de boomerang.

― Eres malísima ―dijo Alan.

― Es que necesitamos estar en un lugar abierto. Como un parque.

― Pero no podemos. Debemos hacer tarea así que ya vámonos señorita ―dijo Alan levantándose y agarrando la basura para tirarla.

+ + +

El ejercicio de contabilidad que me encontraba resolviendo estaba sencillo pero con Alan lanzándome cosas no lograba concentrarme.

― Alan, por favor detente ―lo miré mal.

― Es que ya me aburrí ―se quejó y me lanzó una goma que logré esquivar.

― Pues duérmete o algo ―fruncí el ceño y le lancé su goma de regreso.

― Eso suena bien pero estás en la cama.

― Con tal de que dejes de molestar ―dije en voz baja y agarré todas mis cosas para pasarme al escritorio.

― Eres un amor ―dijo apretando mis mejillas.

No Angel | Alan Navarro |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora