04

1.7K 180 6
                                    

El miércoles había llegado y era fecha en que no iba por la chamarra de Alan así que hoy lo haría.

― ¿Vas a venir a mi casa? ―dijo Bryan mientras sacaba las llaves de su auto para abrir la puerta y dejar su mochila en la parte de atrás.

― No puedo, ―hice una mueca. Bryan abrí la puerta del copiloto y me subí; cerró la puerta y esperé a que se subiera para terminar― debo ir a la lavandería.

― ¿No has ido? ―negué con la cabeza― ¿quieres que te lleve?

― ¿Seguro?

― Claro ―sonrió y puso el auto en marcha, no sin antes abrocharse el cinturón y pedirme que hiciera lo mismo.

El trayecto a la lavandería estuvo muy corto, en realidad solo eran un par de calles delante de la escuela.

― ¿Te llevo a casa de Alan? ―preguntó Bryan asomando su cabeza por la ventanilla del copiloto― en serio sigo sin creer que sea él el chico al que le derramaste tu bebida ―soltó una risita.

― Descuida ―me agaché para verlo mejor― nos vemos mañana, Bry, y créelo. A él le derramé mi bebida.

El día que vi a Alan en la cafetería con su amigo y le saludé, Bryan no dejó de preguntar cómo es que lo conocía pero después de varios―muchos―intentos, le conté como había sucedido.

Seguro te odia dijo mi mejor amigo reprimiendo las risas.

¿Por qué lo haría? Fue un accidente, ya te lo he dicho lo miré mal y me subí al su auto.

Esperé a que Bryan hiciera lo mismo y luego continuó.

Es Alan Navarro, cualquier contacto que tenga con una chica lo pone extraño, como enojado, o no sé, confundido.

¿Qué?

― ¿Por qué lo dices? ―me abroché el cinturón y entonces lo miré.

No lo sé se encogió de hombrostal vez algún trauma con una novia, qué sé yo.

Puso el auto en marcha.

Bryan me miróhablemos de algo más.

Entré al establecimiento y saqué la nota que me había entregado la mujer hace un par de días.

Diana

Ya vine por tu chamarra, ¿estás en casa? 3:14 P.M

Alan el chico de la malteada

Sí, ¿vas a venir? 3:15 P.M

Diana

Sí, voy saliendo de la lavandería. 3:20 P.M

La casa de Alan estaba algo retirada de la lavandería, y por retirada me refiero a un par de calles, tal vez seis.

Le hice la parada al primer colectivo que pasó, de todas formas la mayoría de los que pasaban por aquí iban derecho.

Cuando llegué a mi destino me puse a buscar la casa de Alan.

Pasé mi vista sobre los números de las casas frente a mí.

218, 220, 222...

― 226 ―susurré.

Me acerqué al timbre de la casa y toqué.

Un tintineo se escuchó y un «yo voy» se escuchó de fondo.

― Hola ―dijo un chica frente a mí― supongo que tú eres la amiga de Alan. Soy Karen, su hermana.

No Angel | Alan Navarro |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora