13

1.8K 167 48
                                    


La semana había pasado muy tranquila y bastante agradable. Los exámenes habían sido un poco pesados pero al final creo que me había ido muy bien.

― Diana, ¿a qué hora va a venir Bryan por ti? ―preguntó mi mamá entrando a mi habitación.

― No lo sé, dijo que al medio día pero en realidad no me confirmó nada ―la miré y luego dejé salir un bostezo.

― Bueno, venga o no, ya levántate ―me regañó.

Hice lo que me pidió y luego se fue de mi habitación. Hice la cama y luego saqué la ropa que me pondría el día de hoy. La verdad es que no tenía ganas de hacer nada pero Bryan había insistido en que debíamos hacer algo especial por ser el día del amor y la amistad.

Me metí a bañar y después de ponerme la ropa, bajé por algo de desayunar. Mi mamá había preparado panqueques y jugo de naranja.

― Deberíamos comprar una wafflera ―sugerí.

― ¿Para qué quieres una wafflera? ―preguntó ella.

― No lo sé, para hacer jugos ―dije con un tono de sarcasmo pero en cuento me miró mal me puse seria―. Es broma. Para hacer waffles, obvio.

― Te aseguro que si la compro no la vas a usar.

― ¿Y si sí? ―sonreí.

― Ya veremos.

El desayuno culminó con un gran interrogatorio acerca de Alan. Resulta que el día que irrumpió en mi habitación y le permití quedarme un par de minutos más, jamás se fue. Se quedó dormido a mi lado pero ese no fue el problema. El problema fue que mi mamá había entrado a mi habitación al siguiente día para recordarme que era una universitaria con responsabilidades y fue entonces cuando descubrió que estaba durmiendo con un chico.

La verdad es que no hizo tanto drama, sólo me miró sorprendida y cuando entendí el porqué de su mirada también yo la miré de la misma forma.

Ese día Alan se disculpó con mi mamá y le explicó lo que había sucedido realmente. Mi mamá hizo como que le creyó pero estaba segura de que no lo había hecho.

― Entonces tú y ese chico no tienen nada ―dijo aunque sonó más como a una pregunta.

― No ―negué―. Todo pasó tal cual te lo dijo él.

― Y a ti, ¿te gusta? ―me miró sonriente.

― Tal vez, no lo sé. Es muy raro ―fruncí el ceño y comencé a enjabonar los trastos que habíamos usado.

― Parece un chico agradable.

― ¿Sí? ―la miré y ella asintió―. Pues lo es, creo. No sé, mamá, no quiero seguir hablando acerca de Alan.

― De acuerdo.

+ + +

― De haber sabido que elegirías esta película, no te hubiese traído ―se quejó Bryan mientras veía los boletos del cine.

― No te quejes ―hice un puchero―. Dicen que es buena.

― Es una película de niños ―fruncío el ceño pero sonreía―. Puedo soportarlo.

― Eres el mejor ―dije parándome en puntas para alcanzar a besar su mejilla.

La película estaba programada para comenzar a las dos y media y apenas eran las dos así que teníamos un poco de tiempo para pasear por la plaza.

― Vamos ahí ―dije señalando una tienda de dulces.

Bryan asintió y cuando entramos comencé a llenar pequeñas bolsas de todo tipo de dulces.

No Angel | Alan Navarro |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora