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― No quiero entrar a clases Bry ―hice un puchero al mismo tiempo que echaba la cabeza hacia atrás.

― Deja de quejarte Diana ―me dio un suave golpe en el hombro― ve el lado optimista de esto: las vacaciones de semana santa ―subió y bajó sus cejas con picardía.

― ¿Si vamos a ir a las cabañas? ―pregunté.

Como ya saben, Bryan es mi mejor amigo y desde hace más de un año habíamos descubierto unas cabañas en Valle de Bravo, ambos teníamos muchas ganas de ir allá pero hasta la fecha no se nos ha cumplido ese deseo.

― Eso espero ―sonrió― mientras tanto, mueve ese lindo y pequeño trasero a tu salón.

― ¡Oye! ―me quejé― Que tu trasero parezca el de Kim Kardashian no te da derecho a insultar el mío ―lo señalé.

Soltó una carcajada y luego tomó mi mano haciéndome salir del auto.

― No quiero entrar ―me quejé por segunda vez.

― Anda, Diana ―tomó mis manos― seguro que Cálculo no es una materia tan aburrida.

Mentía. Mentía con todos los dientes.

Aunque tal vez no lo hacía. El asunto es que llevar alguna materia que llevara números a la primera hora no era lo mejor del mundo.

― Anda, te veo al rato ―sonrió y me llevó de la mano hasta el salón.

Entré a regañadientes al salón y me encontré con Erika, una de las chicas que había conocido al entrar a la carrera.

Ambas, y otras cincuenta y ocho personas más nos encontramos estudiando Comercio Internacional.

― ¡Diana!, ¿qué tal las vacaciones? ―dijo mientras se acomodaba sus lentes.

― Muy bien, no me quejo, estuve casi todo el tiempo en la calle con Bryan ―sonreí y acomodé mi mochila en el suelo de manera que no estorbara para los que estaban pasando.

Estuvimos platicando un par de minutos más acerca de lo que ella había hecho y le pregunté por su novio, quién estudia en el mismo campus que nosotras pero está en la facultad de ingeniería estudiando biomédica. Igual que Bryan.

La verdad no tengo muy claro que hagan pero por lo que me ha dicho Bryan, es una carrera algo difícil y que ocupa de mucho tiempo.

De hecho durante la época de clases casi no veo a Bryan.

― Me estoy durmiendo ―susurré a Erika mientras me dejaba caer en la banca.

La voz del profesor me estaba arrullando.

― Ya casi acaba Diana.

Miré el reloj en el teléfono. Siete cuarenta y cinco.

Bufé y me acomodé sobre la banca.

Lo siento pero mis ojos piden a gritos un descanso.

+ + +

― Diana ―escuché― Diana.

Me removí un poco sobre la banca y luego me tallé los ojos. Levanté la vista y me encontré con Erika.

― ¿Me acompañas a la facultad de Rodrigo? ―sonrió.

Rodrigo es su novio.

Asentí perezosa y me levanté tambaleándome un poco.

― Pero...¿y la otra clase? ―fruncí el ceño y señalé el salón ya que nos habíamos alejado un poco.

No Angel | Alan Navarro |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora